domingo, 17 de marzo de 2013

V Domingo Cuaresma C (17/03/2013)


Si tiras la piedra pierdes tu corazón

La Palabra

Is 43, 16-21  //  Sal 125  //  Fil 3, 8-14
Jesús se dirigió al monte de los Olivos. Por la mañana volvió al templo. Todo el mundo acudía a él y, sentado, los instruía. Los letrados y fariseos le presentaron una mujer sorprendida en adulterio, la colocaron en el centro, y le dijeron: ---Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés ordena que dichas mujeres sean apedreadas; tú, ¿qué dices? --decían esto para ponerlo a prueba, y tener de qué acusarlo. Jesús se agachó y con el dedo se puso a escribir en el suelo. Como insistían en sus preguntas, se incorporó y les dijo: ---Quien de vosotros esté sin pecado tire la primera piedra. De nuevo se agachó y seguía escribiendo en el suelo. Los oyentes se fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí de pie en el centro. Jesús se incorporó y le dijo: ---Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? Ella contestó: ---Nadie, señor. Jesús le dijo: ---Tampoco yo te condeno. Ve y en adelante no peques más.
(Jn 8,1-11)

El Comentario

¿Nadie te ha condenado?...
La pasada semana en la lectura Jesús nos salía con la parábola del hijo pródigo. Veíamos cómo el Padre estaba esperando por el arrepentimiento del hijo, cómo día tras día salía a mirar a ver si el hijo estaba ya próximo al encuentro, pero también refleja cuál debe ser la actitud del hijo ante ese perdón que el padre de ofrece libre y generosamente. Esto se refleja en la actitud del padre ante los dos hijos.
Hoy Jesús nos muestra de forma ejemplar como Él mismo perdona a los demás, y cómo nosotros debemos mirar a los demás, con qué ojos.
Tenemos la mala costumbre de juzgar a la ligera, según vemos a alguien o por lo que los demás nos dicen, pero no entramos a valorar las razones que han llevado a los demás ha hacer aquello por lo que les condenamos.
También juzgamos de forma severa a aquellos por los que no tenemos especial simpatía, o por los que nos caen mal, o por aquellos que consideramos inferiores a nosotros. No nos importa, ¡¡condenados!!
Y nosotros, ¿cómo nos juzgamos a nosotros mismos? Creo que como el mismo Jesús nos provoca cuando dice… “¿Por qué te fijas en la mota que lleva tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacarte la mota de tu ojo, cuando no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás distinguir para sacar la mota del ojo de tu hermano.” (Lc 6,41-42)
Es claro que Jesús la mayoría de las veces da en el clavo cuando nos dice esto, y por esto puede preguntar a los demás que ¿quién está libre de pecado?. Todos tenemos cosas que confesar, pecados que perdonar y hermanos con los que ponernos a bien.
Hoy Jesús nos perdona a todos, de corazón, desde la mujer adúltera, pasando por la primera mujer Eva, hasta la última, y con ella a todos nosotros, siempre que nuestra actitud sea de arrepentimiento y de disposición a aceptar de verdad ese perdón infinito, gratuito  y reconfortante.
Ve y en adelante no peques más.”

La Cuaresma: Un viaje inesperado… Contigo


A cada día su afán (Por José-Román Flecha Andrés)