domingo, 29 de marzo de 2015

Domingo de Ramos


La Palabra

Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, envió a dos discípulos diciéndoles: ---Id a la aldea de enfrente y, nada más entrar, encontraréis un borrico atado, que aún nadie ha montado. Soltadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, le diréis que le hace falta al Señor y que se lo devolverá muy pronto. Fueron y encontraron el borrico atado junto a una puerta, por fuera, en la calle. Lo soltaron. Algunos de los allí presentes les dijeron: ---¿Por qué soltáis al borrico? Contestaron como les había encargado Jesús, y les permitieron llevarlo. Llevaron el borrico a Jesús, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraban el camino con sus mantos, otros con ramos cortados en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: ---¡Hosana! Bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino de nuestro padre David que llega. ¡Hosana al Altísimo!
(Mc 11,1-10)

Y... ¿Qué diría hoy Santa Teresa?

"Moradas" VII capítulo 4

4. Bien será, hermanas, deciros qué es el fin para que hace el Señor tantas mercedes en este mundo. Aunque en los efectos de ellas lo habréis entendido, si advertisteis en ello, os lo quiero tornar a decir aquí, porque no piense alguna que es para sólo regalar estas almas, que sería grande yerro; porque no nos puede Su Majestad hacer mayor, que es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado; y así tengo yo por cierto que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza -como aquí he dicho alguna vez- para poderle imitar en el mucho padecer.
6. ¡Oh hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe de dar de honra, y qué fuera debe estar de querer ser tenida en nada el alma adonde está el Señor tan particularmente! Porque si ella está mucho con Él, como es razón, poco se debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene. Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras
8. Poned los ojos en el Crucificado y se os hará todo poco. Si Su Majestad nos mostró el amor con tan espantables obras y tormentos, ¿cómo queréis contentarle con sólo palabras? ¿Sabéis qué es ser espirituales de veras? Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro que es el de la cruz, porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el mundo, como Él lo fue. Y si a esto no se determinan, no hayan miedo que aprovechen mucho, porque todo este edificio, como he dicho, es su cimiento humildad; y si no hay ésta muy de veras, aun por vuestro bien no querrá el Señor subirle muy alto, porque no dé todo en el suelo. Así que, hermanas, para que lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas y esclava suya, mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir; pues lo que hiciereis en este caso, hacéis más por vos que por ellas, poniendo piedras tan firmes, que no se os caiga el castillo
9. Torno a decir, que para esto es menester no poner vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque, si no procuráis virtudes y hay ejercicio de ellas siempre, os quedaréis enanas; y aun plega a Dios que sea sólo no crecer, porque ya sabéis que quien no crece, descrece; porque el amor tengo por imposible contentarse de estar en un ser, adonde le hay.

viernes, 20 de marzo de 2015

V Domingo Cuaresma B (22/03/2015)

La Palabra

Había unos griegos que habían subido para los cultos de la fiesta. Se acercaron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le pidieron: ---Señor, queremos ver a Jesús. Felipe va y se lo dice a Andrés; Felipe y Andrés van y se lo dicen a Jesús. Jesús les contesta: ---Ha llegado la hora de que este Hombre sea glorificado. Os aseguro que, si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde yo estoy estará mi servidor; si uno me sirve, lo honrará el Padre. Ahora mi espíritu está agitado, y, ¿qué voy a decir? ¿Que mi Padre me libre de este trance? No; que para eso he llegado a este trance. Padre, da gloria a tu Nombre. Vino una voz del cielo: ---Lo he glorificado y de nuevo lo glorificaré. La gente que estaba escuchando decía: ---Ha sido un trueno. Otros decían: ---Le ha hablado un ángel. Jesús respondió: ---Esa voz no ha sonado por mí, sino por vosotros. Ahora comienza el juicio de este mundo y el príncipe de este mundo será expulsado. Cuando yo sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí --lo decía indicando de qué muerte iba a morir--.
(Jn 12, 20-33)

El Comentario

“si el grano de trigo... no muere”

Ya estamos cerca del final de camino, parece que todo está decidido, no hay marcha atrás. Se acerca ya el día en que Jesús ha de pagar por todo aquello que hizo, revelarse, ir contra las normas, acercarse al excluido, entrar donde nadie se atreve…
Y luego, ¿qué?

¿Qué diría hoy Santa Teresa?

"Camino de Perfección" 26,7-8: Tomad, hija, de aquella cruz. No se os dé nada de que os atropellen los judíos, porque El no vaya con tanto trabajo. No hagáis caso de lo que os dijeren. Haceos sorda a las murmuraciones. Tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis. Mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos padecéis, por grandes que los queráis pintar. Y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos, porque veréis son cosa de burla comparados a los del Señor. Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto, que si le vierais con los ojos del cuerpo en el tiempo que Su Majestad andaba en el mundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre. No lo creáis, que quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este Señor (que lo puede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado), muy menos se pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo. Mas ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita Santa! Qué de amenazas, qué de malas palabras (...) Así que, hermanas, no creáis erais para tan grandes trabajos, si no sois para cosas tan pocas [esforzarse para recogerse en la oración]. Ejercitándoos en ellas, podéis venir a otras mayores.

Una mirada a Roma

“Los niños nos recuerdan que necesitamos ayuda, amor y perdón.”

De entre las figuras familiares, hoy deseo centrarme en los niños, como gran don para la humanidad. Ellos nos recuerdan que todos hemos sido totalmente dependientes de los cuidados de otros. También Jesús, como nos muestra el misterio de la Navidad. En el Evangelio se elogia a los «pequeños», a los que necesitan ayuda, especialmente a los niños. Ellos son una riqueza para la Iglesia y para nosotros: nos hacen ver que todos somos siempre hijos, necesitados de ayuda, necesitados de amor y perdón, que son las condiciones para entrar en el Reino de Dios. Los niños desmontan la idea de creernos autónomos y autosuficientes, como si nosotros nos hubiéramos dado la vida y fuéramos los dueños, en vez de haberla recibido. Los niños nos enseñan también el modo de ver la realidad de manera confiada y pura. Cómo se fían espontáneamente de papá y mamá, cómo se ponen sin recelos en manos de Dios y de la Virgen. Sienten con sencillez las cosas, sin ver en ellas únicamente algo que puede servirnos, que podemos aprovechar. Ellos sonríen y lloran, algo que a menudo se bloquea en los mayores.

San Dimas, el buen ladrón – 25 de marzo


Es el único santo canonizado en vida, hecho realizado por el mismo Jesucristo en la cruz cuando le dice a su compañero de martirio “En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Poco se sabe con certeza de este ladrón que muere en el Calvario junto a Cristo pero cuentan las leyendas que Dimas en su juventud acogió a la Sagrada Familia en su huida del acoso de los romanos prometiéndole el pequeño Jesús que volvieran a verse y recompensaría su gratitud y valentía. Cuentan los evangelios apócrifos que Dimas era posadero y estafaba a los ricos para favorecer y lograr hospedar a los pobres. La solicitud de perdón y arrepentimiento de Dimas ante la mirada de Jesús en el último aliento de su vida le hace ganarse la santidad, una experiencia que debe hacernos reflexionar y aceptar nuestra vocación cristiana a ser santos.

domingo, 15 de marzo de 2015

IV Domingo Cuaresma (B) (15/03/2015)

La Palabra

Como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser levantado este Hombre, para que quien crea en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él. El que cree en él no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, por no creer en el Hijo único de Dios. El juicio versa sobre esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y es que sus acciones eran malas. Quien obra mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para que no delate sus acciones. En cambio, quien procede lealmente se acerca a la luz para que se manifieste que procede movido por Dios.
(Jn 3, 14-21)

El Comentario

“La luz vino al mundo”

La luz hace que podamos ver las cosas. Cuando vamos a oscuras con vemos nada, pero si encendemos una luz, entonces vemos algo, dependiendo de la intensidad de la luz.
Jesús es la luz que nos hace ver con claridad por donde vamos, cual es el camino que hemos tomado y el que queremos seguir. Pero a la luz no sólo vemos por donde caminamos, sino también vemos como somos, nuestros defectos, manchas, nuestra forma de ser, nuestra realidad.
Lo que veamos puede gustarnos o no, y podemos optar por mejorar, pedir ayuda, o simplemente, por apagar la luz, de nosotros depende.

¿Qué diría hoy Santa Teresa?

"Camino de Perfección" 26,3.10: No os pido ahora que penséis en El ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto si no podéis más, a este Señor? (...) Haced cuenta que ha muchos años que se ha ido de con su esposo, y que hasta que quiera tornar a su casa es menester mucho saberlo negociar, que así somos los pecadores: tenemos tan acostumbrada nuestra alma y pensamiento a andar a su placer -o pesar, por mejor decir- que la triste alma no se entiende; que para que torne a tomar amor a estar en su casa es menester mucho artificio, y si no es así y poco a poco, nunca haremos nada. Y tórnoos a certificar que si con cuidado os acostumbráis, que sacaréis tan gran ganancia que, aunque yo os la quisiera decir, no sabré. Pues juntaos cabe este buen Maestro, muy determinadas a deprender lo que os enseña, y Su Majestad hará que no dejéis de salir buenas discípulas, ni os dejará si no le dejáis. Mirad las palabras que dice aquella boca divina [en el Padre nuestro], que en la primera entenderéis luego el amor que os tiene, que no es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le ama.

Una mirada a Roma

La importancia que los abuelos tienen en la familia y en la sociedad.

Ciertamente, se trata de una etapa especial de la vida y, hasta cierto punto, novedosa, también para la espiritualidad cristiana. Pero el Señor nos llama a seguirlo en todos los momentos y circunstancias. Las personas mayores también tienen una misión que cumplir y una gracia especial para llevarla a cabo.
El Evangelio de Lucas nos habla de los ancianos Simeón y Ana, que estaban en el Templo de Jerusalén, siempre atentos en espera de la venida del Mesías. Y, cuando lo reconocieron en el Niño Jesús, recibieron nuevas fuerzas para bendecir a Dios con un hermoso cántico de alabanza y anunciar la liberación a todo el pueblo.
Como ellos, los abuelos de hoy están llamados a formar un coro permanente en el gran santuario espiritual de nuestro mundo, a sostener con su oración e infundir ánimo con su testimonio a cuantos luchan en el campo de la vida. La plegaria de los mayores es un gran don para la Iglesia; y sus palabras, una inyección de sabiduría para la sociedad, muchas veces ocupada en mil cosas y distraída de lo esencial.

El corazón de los abuelos, libre de resentimientos pasados y de egoísmos presentes, tiene un atractivo especial para los jóvenes, que esperan encontrar en ellos un apoyo firme en su fe y sentido para su vida.

domingo, 8 de marzo de 2015

III Cuaresma B (08/03/2015)

La Palabra

Como se acercaba la Pascua judía, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el recinto del templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo, ovejas y bueyes; esparció las monedas de los cambistas y volcó las mesas; a los que vendían palomas les dijo: ---Quitad eso de aquí y no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado. Los discípulos se acordaron de aquel texto: El celo por tu casa me devora. Los judíos le dijeron: ---¿Qué señal nos presentas para actuar de ese modo? Jesús les contestó: ---Derribad este templo y en tres días lo reconstruiré. Replicaron los judíos: ---Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este templo, ¿y tú lo vas a reconstruir en tres días? Pero él se refería al templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de la muerte, los discípulos recordaron que había dicho eso y creyeron a la Escritura y a las palabras de Jesús. Estando en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él al ver las señales que hacía. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos; no necesitaba informes de nadie, porque él sabía lo que hay dentro del hombre.
(Jn 2, 13-25)

El Comentario

No necesitaba informes de nadie”

Todos sabemos cómo somos y lo que hacemos bien y mal. Lo que nos gustaría cambiar y lo que necesitamos mejorar. ¿A quién queremos engañar cuando nos negamos a asumir esos cambios? Desde luego a Dios no, Él no necesita informes, sabe perfectamente como somos, y también sabe de nuestras dificultades y necesidades. Y para poder afrontarlas nos da herramientas. Una de ellas, la confesión, y ahora es un buen momento para ello, ¿no?

Y… ¿qué diría Santa Teresa?

"Vida" 22,6-7: Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita (Mt 3,17). Muy muy muchas veces lo he visto por experiencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar (Jn 10,9), si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes (2 Pe 1,4). Él le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí.
"Relación" 3,1: Me parece he recibido de nuevo, a lo que entiendo, mucha mayor libertad. Hasta ahora parecíame había menester a otros y tenía más confianza en ayudas del mundo; ahora entiendo claro ser todos unos palillos de romero seco, y que asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de contradicciones o murmuraciones se quiebran. Y así tengo experiencia que el verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en el que en ella se puso. Hállole amigo verdadero, y hállome con esto con un señorío que me parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me faltar Dios.

El santo de la semana

Santa Catalina de Bolonia

Es la patrona de los artistas, nació en una familia cercana a la nobleza y los principados italianos del siglo XV. Se dedicaba a diario al estudio de la religión y la filosofía, así como del latín y le gustaba hacer imágenes y pinturas de santos. Vivía como una joven más entre bailes y fiestas en la corte, decían que era hermosa y buenos partidos estaban siempre cerca de ella, sin embargo, amaba la soledad y rechazaba obstinadamente el casarse. Entra en una comunidad agustiniana que termina por convertirse en convento franciscano. Pronto fue maestra de novicias y alcanza en oración visiones y éxtasis en los que la Virgen María le muestra al niño Jesús el día de Navidad o San Francisco de Asís se le aparece para mostrarle sus estigmas. Pronto se ganó el respeto y la confianza de sus hermanas clarisas por su entrega y piedad. Reconocidos son sus consejos como camino espiritual que deja por escrito en su única obra literaria conocida “Tratado de las 7 armas del combate espiritual”. Es nombrada abadesa de un nuevo convento, vuelve a su Bolonia natal donde fallece con apenas cincuenta años. Sobre su sepulcro comienzan a sucederse milagros y curaciones por lo que su cuerpo es exhumado para ser venerado por sus hermanas y fieles. Varias de sus obras pictóricas se han conservado hasta nuestros días, en San Juan de Venecia y la Corpus Domini en Bolonia.

Una mirada a Roma

Gracias a los avances de la medicina, la vida del hombre se ha prolongado, pero nuestras sociedades, a menudo basadas en el criterio de la eficacia, no han alargado el corazón a esta realidad.
La cultura del descarte considera a los mayores un lastre, un peso, pues no sólo no producen, sino que además constituyen una carga y, aunque no se diga abiertamente, a los ancianos se los desecha. Y muchas personas mayores viven con angustia esta situación de desvalimiento y abandono.
Una sociedad sin proximidad, donde la gratuidad y el afecto sin contrapartidas van desapareciendo, es una sociedad perversa.
Fiel a la Palabra de Dios, la tradición de la Iglesia siempre ha valorado a los ancianos y ha dedicado un cuidado especial a esa etapa final de la vida. Por eso mismo, no puede tolerar una mentalidad distante, indiferente y, menos aún, de desprecio a los mayores, y pretende despertar el sentido colectivo de gratitud y acogida, para que los ancianos lleguen a ser parte viva de la sociedad.
Los jóvenes de hoy serán los ancianos de mañana. También ellos lucharon por una vida digna, recorriendo nuestras mismas calles y viviendo en nuestras casas. Tengamos bien presente que donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro.

(Audiencia General 04/03/15)

domingo, 1 de marzo de 2015

II Cuaresma B (01/03/2015)


La Palabra

1lectura: Génesis 22,1-2.9-13.15-18 El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
2lectura: Romanos 8,31b-34 Dios no perdonó a su propio Hijo.
3lectura: Marcos 9,2-10 Este es mi Hijo amado.
Seis días más tarde tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla. Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: ---Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías --No sabía lo que decía, pues estaban llenos de miedo--. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y salió de ella una voz: ---Éste es mi Hijo querido. Escuchadle. De pronto miraron en torno y no vieron más que a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban de la montaña les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que aquel Hombre resucitara de la muerte. Ellos cumplieron aquel encargo pero se preguntaban qué significaría resucitar de la muerte.
(Mc 9, 2-10)

El Comentario

estaban llenos de miedo”
Parece mentira que unos hombres “hechos y derechos” como eran los Apóstoles, bien curtidos, que se habían enfrentado a duras pruebas en la vida tuvieran miedo.
No era la primera vez, ya lo habían experimentado más veces, como por ejemplo cuando iban en la barca y les pilló la tormenta. Pero entonces no iban con Jesús.
Y es que el seguimiento de Jesús no es sencillo, ni fácil, y tiene riesgos y uno puede tener miedo. Pero con eso y con todo, fueron capaces de enfrentarse a todo y llegar a todo el mundo.

Qué diría Santa Teresa

1. Esto me dijo el Señor otro día: "¿Piensas, hija, que está el merecer en gozar? No está sino en obrar y en padecer y en amar. No habrás oído que san Pablo estuviese gozando de los gozos celestiales más de una vez, y muchas que padeció, y ves mi vida toda llena de padecer y sólo en el monte Tabor habrás oído mi gozo. No pienses, cuando ves a mi Madre me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin grave tormento. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, la dio mi Padre clara luz para que viese lo que Yo había de padecer. Los grandes santos que vivieron en los desiertos, como eran guiados por Dios, así hacían graves penitencias, y sin esto tenían grandes batallas con el demonio y consigo mismos; mucho tiempo se pasaban sin ninguna consolación espiritual. Cree, hija, que a quien mi Padre más ama, da mayores trabajos, y a éstos responde el amor. ¿En qué te le puedo más mostrar que querer para ti lo que quise para Mí? Mira estas llagas, que nunca llegaron aquí tus dolores. Este es el camino de la verdad. Así me ayudarás a llorar la perdición que traen los del mundo, entendiendo tú esto, que todos sus deseos y cuidados y pensamientos se emplean en cómo tener lo contrario".
2. Cuando empecé a tener oración, estaba con tan gran mal de cabeza, que me parecía casi imposible poderla tener. Díjome el Señor: "Por aquí verás el premio del padecer, que como no estabas tú con salud para hablar conmigo, he Yo hablado contigo y regaládote". Y es así cierto, que sería como hora y media, poco menos, el tiempo que estuve recogida. En él me dijo las palabras dichas y todo lo demás. Ni yo me divertía, ni sé adónde estaba, y con tan gran contento que no sé decirlo, y quedóme buena la cabeza -que me ha espantado- y harto deseo de padecer.
Es verdad que al menos yo no he oído que el Señor tuviese otro gozo en la vida sino esa vez, ni san Pablo. También me dijo que trajese mucho en la memoria las palabras que el Señor dijo a sus Apóstoles, "que no había de ser más el siervo que el Señor" (Relación en Ávila y en 1572).

Una mirada desde Roma

DEL MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA:

SEÑOR, HAZ NUESTRO CORAZÓN SEMEJANTE AL TUYO

«La persona creyente
También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.
En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.
Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31).
Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.
Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde».