domingo, 25 de septiembre de 2011

Domingo XXVI Ordinario A (25/09/11)

La Palabra
Ez 18,25-28 // Sal 24 // Flp 2,1-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: --¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre? Contestaron: -- El primero. Jesús les dijo: -- Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.
Mt 21, 28-32

domingo, 18 de septiembre de 2011

Domingo XXV Ordinario A (18/09/11)

La Palabra
Is 55,6-9 // Sal 144 // Flp 1,20c-24.27a

El reinado de Dios se parece a un hacendado que salió de mañana a contratar braceros para su viña. Se apalabró con ellos en un denario al día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana, vio en la plaza a otros que no tenían trabajo y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido. Ellos se fueron. Volvió a salir a mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Al caer de la tarde salió, encontró otros que no tenían trabajo y les dijo: ¿Qué hacéis aquí parados todo el día sin trabajar? Le contestan: Nadie nos ha contratado. Y él les dice: Id también vosotros a mi viña. Al anochecer, el dueño de la viña dijo al capataz: Reúne a los braceros y págales su jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Pasaron los del atardecer y recibieron un denario. Cuando llegaron los primeros, esperaban recibir más; pero también ellos recibieron un denario. Al recibirlo, protestaron al hacendado: Estos últimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y el calor del día. Él contestó a uno de ellos: Amigo, no te hago injusticia; ¿no nos apalabramos en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti. ¿O no puedo yo disponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso? Así los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.
Mt 20, 1-16

domingo, 11 de septiembre de 2011

Domingo XXIV Ordinario A (11/09/11)

La Palabra
Ecclo 27,33-28,9 // Sal 102 // Rom 14,7-9

Entonces se acercó Pedro y le preguntó: ---Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle? ¿Hasta siete veces? Le contestó Jesús: ---No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Pues bien, el reino de Dios se parece a un rey que decidió ajustar cuentas con sus criados. Nada más empezar, le presentaron uno que le adeudaba diez mil monedas de oro. Como no tenía con qué pagar, mandó el rey que vendieran a su mujer, sus hijos y todas sus posesiones para pagar la deuda. El criado se prosternó ante él suplicándole: ¡Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo! Compadecido de aquel criado, el rey lo dejó ir y le perdonó la deuda. Al salir, aquel criado tropezó con otro criado que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y mientras lo ahogaba le decía: ¡Págame lo que me debes! Cayendo a sus pies, el compañero le suplicaba: ¡Ten paciencia conmigo y te lo pagaré! Pero el otro se negó y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. Al ver lo sucedido, los otros criados se sintieron muy mal y fueron a contarle al rey todo lo sucedido. Entonces el rey lo llamó y le dijo: ¡Criado perverso, toda aquella deuda te la perdoné porque me lo suplicaste! ¿No debías tú que tener compasión de tu compañero como yo la tuve de ti? E indignado, el rey lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Así os tratará mi Padre del cielo si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.
Mt 18,21-35

domingo, 4 de septiembre de 2011

Domingo XXIII Ordinario (04/09/11)

La Palabra
Ez 33,7-9  //  Sal 94  // Rom 13,8-10

Si tu hermano te ofende, ve y amonéstalo, tú y él a solas. Si te escucha has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos, para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si no les hace caso, informa a la comunidad. Y si no hace caso a la comunidad considéralo un pagano o un recaudador. Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os digo también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.
(Mt 18, 15-20)