domingo, 30 de octubre de 2011

Domingo XXXI Ordinario A (30/10/11)


No busquemos en lo alto a quien está en los pequeños

La Palabra
Mal 1,14b-2,2b.8-10 // Sal 130 // 1 Tes 2,7b-9.13
Entonces Jesús, dirigiéndose a la multitud y a sus discípulos, dijo: ---En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Lo que os digan ponedlo por obra, pero no los imitéis; pues dicen y no hacen. Lían fardos pesados, [difíciles de llevar,] y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo. Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y borlas llamativas en sus mantos. Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; que los salude la gente por la calle y los llamen maestros. Vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos. En la tierra a nadie llaméis padre, pues uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni os llaméis instructores, pues vuestro instructor es uno sólo, el Mesías.  
(Mt 23, 1-10)
El Comentario

“Todos vosotros sois hermanos”
Esta es la clave. Es muy sencillo ordenar,  mandar, indicar a los demás lo que debemos hacer,  o más bien lo que queremos que ellos hagan, pero, ¿somos nosotros capaces de hacerlo?
Cuántas veces hemos dicho a los demás hasta donde deben llegar o lo que tienen que estudiar o… es sencillo, pero hemos de ponernos nosotros en su lugar y saber, lo primero, si nosotros seríamos capaces de llevarlo a cabo.
Esto no es solo así, también debemos tener en cuenta las capacidades del otro, en que es bueno y en que no lo es tanto y ayudarle a sacar esos valores a flote.
En definitiva, todos somos hermanos, y por tanto iguales, no hay unos mejores o peores que otros, la única diferencia es que a unos se nos has dado unos “talentos” y  a nuestros hermanos unos distintos. Ahora se trata de que entre todos seamos capaces de ponerlos en funcionamiento para que sumados los dos seamos más que la mera suma aritmética.
Sólo una cosa más, y es que si somos nosotros esos a los que nos ayudan, no caigamos en la tentación de convertirnos en los que cargan a los demás con cargas pesadas que no seamos también capaces de llevar. Tratemos de ayudarnos pues todos en el momento en que lo necesitamos.


¿Qué Celebramos?

La lectura del Evangelio es un momento de gran solemnidad y gravedad. El lector es lo único que se oye en la iglesia, todo el mundo está pendiente de él, de sus palabras, de la Palabra de Dios de la que todos somos partícipes.
El lector ha de ser consciente que solamente él es el que tiene el texto delante y debe por tanto transmitirnos el mensaje, así pues deberá leerlo con la mayor claridad posible para que todos lo entendamos, con la mejor de las pronunciaciones y entonaciones, en función de lo que se esté leyendo o diciendo, pero sin caer en la teatralidad.
El lector ha de tener en cuenta también que las lecturas en muchos casos son diálogos y que deberá tener en cuenta quien es el que está hablando en cada momento. Dando a cada uno su entonación más adecuada y teniendo en cuenta, en último extremo, que Jesús es el Hijo de Dios, y que hablaba con autoridad, por lo que se utilizará un tono adecuado para mostrar esa autoridad.

domingo, 23 de octubre de 2011

Domingo XXX Ordinario A (23/10/11)

Amarás a Dios y a tus hermanos
La Palabra
Ex 22,20-26 // Sal 17,2-4.47-51 // 1Tes 1,5c-10
Al enterarse los fariseos de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron alrededor de él; y uno de ellos, [doctor en la ley] le preguntó maliciosamente: ---Maestro, ¿cuál es el precepto más importante en la ley? Le respondió: ---Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el precepto más importante; pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo. Estos dos preceptos sustentan la ley entera y los profetas.
(Mt 22, 32-40)
La Reflexión
Amarás al prójimo como a ti mismo.
¿Cuántas veces lo hemos oído?, sin duda  un montón de ellas, pero, ¿cuántas veces lo hemos llevado a cabo? Seguramente, pocas.
Me explico, lo que se nos propone es amar al prójimo como a uno mismo, pero, ¿cuánto nos amamos?
En esta sociedad en la que vivimos, estamos siempre ocupados, siempre haciendo cosas,  siempre en movimiento, pero realmente, qué sentimos por nosotros, cuánto nos queremos, somos felices….
Estamos rodeados de posibilidades, de opciones por comprar, todo es posible, pero cómo somos nosotros.
Quizás si nos paramos a pensar nos daremos cuenta que vivimos rodeados de cosas, pero ¿nos sentimos amados realmente? ¿Quién me quiere?
Para poder entender lo que se nos pide es posible que necesitemos pararnos y descubrir cuales son esas cosas que nos sobran y si quitamos todo eso, qué nos queda. Solamente el amor, el amor desinteresado que nos ofrece el que nos ama como a él mismo, como lo que somos, no como uno más, sino como alguien muy especial, tanto como el que nos ama.
Sin duda el mejor ejemplo de ese amor desinteresado fue Jesús, que fue capaz de morir por sus amigos.
Y nosotros, ¿cómo amamos?, ¿cómo somos amados?, ¿simplemente cumplimos con la ley?
¿Qué Celebramos?

En celebraciones solemnes se utiliza el incensario para  incensar el Evangeliario. La interpretación más común ve en el incienso el reconocimiento de la divinidad de Jesús. El incienso se volatiliza y sube  al cielo y a la vez impregna todo el ambiente con su suave olor, elevándonos a Dios. Nos lleva la mente a navegar por ese mundo de entrega de Jesús al Padre por nosotros y de todas nuestras entregas unidas a la de Cristo.
Al incensar el leccionario tratamos de hacernos conscientes de la presencia de Jesús por medio de la palabra, de tal forma que podríamos decir que estamos incensando al propio Cristo hecho palabra por y para nosotros.
DOMUND
 El lema de la Jornada, “Así os envío yo”, debe sonar en nuestros oídos de una forma personal: el Señor nos envía, a nosotros y a nuestra comunidad cristiana, a ser en medio del mundo los testigos luminosos que, por el amor cristiano, den testimonio de Dios. Es un camino en el que existe la tentación de optar por lo fácil (abandonar la misión, caer en la rutina, no implicarse a fondo, etc.). Solo la llamada de Dios hace siempre nueva la misión, el escuchar el envío de sus labios. Jesús renueva su confianza cada día y cada día es nueva la llamada y el envío.
Un cristiano y una comunidad cristiana que viven así son misioneras, pues tienen el impulso del Espíritu para actualizar su amor y poder plasmarlo en palabras y hechos, como desea el Papa: “Que la Jornada Mundial de las Misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de «ir» al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo”
Obras Misionales Pontificias

domingo, 16 de octubre de 2011

Domingo XXIX Ordinario A (16/10/11)

La Palabra
Is 45,1.4-6 // Sal 95 // 1Tes 1,1-5b

Entonces los fariseos se reunieron para buscar un modo de enredarlo con sus palabras. Le enviaron algunos discípulos suyos acompañados de herodianos, que le dijeron: ---Maestro, nos consta que eres sincero, que enseñas con fidelidad el camino de Dios y que no te fijas en la condición de las personas porque eres imparcial. Dinos tu opinión: ¿es lícito pagar tributo al césar o no? Jesús, adivinando su mala intención, les dijo: ---¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Le presentaron un denario. Y él les dijo: ---¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Contestaron: ---Del césar. Entonces les dijo: ---Pues, dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios.
(Mt 22, 15-21)

domingo, 9 de octubre de 2011

Domingo XXVIII Ordinario A (09/10/11)

La  Palabra
Is 25,6-10a // Sal 22 // Flp 4,12-14.19-20

En aquel tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
--El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
(Mt 22, 11-14)

domingo, 2 de octubre de 2011

Domingo XXVII Ordinario A (02/10/11)

La Palabra
Is 5,1-7 // Sal 79 // Flp 4,6-9

Escuchad otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre; después la arrendó a unos viñadores y se marchó. Cuando llegó la vendimia, mandó a sus criados para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía. Pero los viñadores agarraron a los criados y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y al tercero lo apedrearon. Después envió otros criados, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo. Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo. Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia. Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores? Le respondieron: ---Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen su fruto a su debido tiempo. Jesús les dijo: ---¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro? Por eso os digo que a vosotros os quitarán el reino de Dios y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos.

(Mt 21,33-43)