domingo, 6 de mayo de 2012

Domingo V Pascua (B) (06/05/2012)

Alrededor  de tu mesa brota la alegría
La Palabra
Hch 9,26-31  //  Sal 21  //  1Jn 3,18-24

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Los sarmientos que en mí no dan fruto los arranca; los que dan fruto los poda, para que den aún más fruto.  Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he dicho. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; pues sin mí no podéis hacer nada. Si uno no permanece en mí, lo tirarán afuera como el sarmiento y se secará: los recogen, los echan al fuego y se queman. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que queráis y os sucederá. Mi Padre será glorificado si dais fruto abundante y sois mis discípulos.
(Jn 15, 1-8)
El Comentario
Yo soy la vid verdadera…
En estos días de mayo muchos niños se acercarán por primera vez a Jesús. Lo hacen después de pasar, en la mayoría de los casos, por dos cursos de catequesis, en la que los mayores intentamos darles a conocer un poco a Jesús. Les mostramos a un Jesús bueno, amigo de sus amigos, que perdona, que es compasivo y comprensivo, que quiso mucho a su Madre, María, de la que nos acordamos siempre, y más en este su mes, de…
Pero pese a todo este esfuerzo por que ellos descubran a Jesús, como su amigo, al que el día de su primera comunión ven como alguien al que seguir, como a la vid verdadera, a la que hay que unirse y permanecer  unidos, todo esto, en muchas ocasiones, termina viniéndose abajo.
Los padres, que son los primeros que han de darles el ejemplo en el seguimiento a Jesús, en la coherencia de lo que dicen y hacen con el mensaje que presentan de Jesús,… pero por desgracia, en muchas ocasiones, son los primeros que una vez realizado el acto social, dejan de llevar a los niños a la Iglesia, de seguir mostrándoles quién es Jesús, e incluso, llenándolos de actividades que les impiden pensar y descubrir a Jesús.
Como nos gustaría que la primera comunión no fuera también la última, y que todo ese camino que han emprendido los hijos sirviera además para que los padres, muchos de ellos, lo hubieran utilizada también ellos para volver a descubrir a ese Jesús que un día conocieron y del que también se habían olvidado.

Mensaje Urbi et Orbi de su Santidad Benedicto  XVI
Domingo de Pascua, 2012 (3/4)
Queridos hermanos y hermanas: si Jesús ha resucitado, entonces –y sólo entonces– ha ocurrido algo realmente nuevo, que cambia la condición del hombre y del mundo. Entonces Él, Jesús, es alguien del que podemos fiarnos de modo absoluto, y no solamente confiar en su mensaje, sino precisamente en Él, porque el resucitado no pertenece al pasado, sino que está presente hoy, vivo. Cristo es esperanza y consuelo de modo particular para las comunidades cristianas que más pruebas padecen a causa de la fe, por discriminaciones y persecuciones. Y está presente como fuerza de esperanza a través de su Iglesia, cercano a cada situación humana de sufrimiento e injusticia.
Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos. En particular, que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria, encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos. Que la victoria pascual aliente al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo. Y, en Tierra Santa, que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.