“Yo estoy con vosotros”.
La PalabraHech 8,5-8.14-17 // Sal 65 // 1Pe 3,15-18
Si me amáis, guardad mis mandamientos; y yo pediré al Padre que os envíe otro Valedor que esté siempre con vosotros: el Espíritu de la verdad, que el mundo no puede recibir, puesto que no lo ve ni lo conoce. Vosotros lo conocéis, pues permanece con vosotros y está en vosotros. No os dejo huérfanos, volveré a visitaros. Dentro de poco el mundo ya no me verá; vosotros, en cambio, me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en el Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. Quien conserva y guarda mis mandamientos, ése sí que me ama. A quien me ama lo amará mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
(Jn 14, 15-21)
La Reflexión
“A quien me ama yo lo amaré.”
Vaya, esta vez no podemos decir que no es sencillo, solo nos dice que hay que amarlo y ya seremos amados, fácil, no?
Nosotros sabemos y nos sentimos amados por Jesús, sabemos que Él está con nosotros cada día, que nos acompaña y que aunque no notemos su presencia no se cansa de acompañarnos.
¿Pero nosotros lo amamos a Él? Esto ya resulta más complicado, porque ¿cómo lo amamos nosotros? De palabra, o de cualquier manera, o… y crees que esto es suficiente, que es lo que Él nos pide, que es lo que nos demanda para ser amados,…
¿Cómo debemos amarlo nosotros? A poco que busquemos encontraremos la respuesta, amando. A quién?, a aquél que tenemos a nuestro alrededor y que nos demanda ese amor, esa comprensión, ese tiempo, esa pausa, ese interés por él, el ánimo y apoyo en sus proyectos…
Si todo esto hiciéramos, no sería todo más fácil y sencillo, no seríamos más felices, no…
Jesús quiere algo sencillo, y a la vez tan complicado, que nos amemos los unos a los otros, de esta forma Él nos amará también a nosotros hasta el último día.
¿Qué Celebramos?
LA ROSA
Cortar en esta jornada una rosa a Santa María es querer para la Virgen, que es la Reina y Madre, aquella flor que es considerada como la reina de las flores.
No hay rosa sin espina…ni vida sin dificultades. Llevar entre las manos una rosa ante la figura de Santa María es ser conscientes de que no hay contradicción ni escollo alguno que no se puedan resolver con un poco de esfuerzo por nuestra parte y con un poco más de confianza en Dios.
La rosa tiene como virtud que crece, se desarrolla y florece en las situaciones ambientales más adversas con la única condición de que luzca un poco el sol.
Pidamos a Santa María que, como cristianos, vayamos creciendo como amigos de Jesús en este momento histórico traspasado y convulsionado por tantos contrastes ideológicos, sociales, políticos y religiosos que nos preocupan.
Pidamos a María: SER FUERTES CONFIANDOLE A DIOS NUESTRAS CRUCES
María
Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María.
Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María.
Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María.
Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María.
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en ella piensas.
Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás sí es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara
(San Bernardo Hom. sobre la Virgen Madre, 2)