La Palabra
Desenrédanos |
Yo soy el buen
pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, escapa abandonando las
ovejas, y el lobo las arrebata y dispersa. Como es asalariado no le importan
las ovejas. Yo soy el buen pastor: conozco a las mías y ellas me conocen a mí,
como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy la vida por las ovejas.
Tengo otras ovejas que no pertenecen a este corral; a ésas tengo que guiarlas
para que escuchen mi voz y se forme un solo rebaño con un solo pastor. Por eso
me ama el Padre, porque doy la vida, para después recobrarla. Nadie me la
quita, yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y para después
recobrarla. Éste es el encargo que he recibido del Padre.
(Jn 10, 11-18)
El Comentario
“Tengo otras ovejas que no pertenecen a este corral”
Siempre pensamos que nosotros podemos ser (no
necesariamente somos) esa oveja perdida, que el Señor va a buscar. Pero pocas
veces pensamos en las ovejas que no son de nuestro rebaño. Creemos que sólo
importan las que son del rebaño. Y no es malo pensar en aquellas del rebaño que
se han extraviado y por las que podemos hacer algo.
Pero si miramos un poco a nuestro alrededor nos
daremos cuenta que hoy en día, a nuestro alrededor, las ovejas se han perdido,
y no encuentran su rebaño. Hay que volver a explicarles quien es el Buen
Pastor, cual el camino para ir al rebaño
y las razones para escoger este rebaño y no otro.
Y… ¿Qué diría Santa Teresa?
"Vida"
37,4-6: De ver a Cristo me quedó imprimida su grandísima hermosura, y la tengo
hoy día, porque para esto bastaba sola una vez, ¡cuánto más tantas como el
Señor me hace esta merced! Quedé con un provecho grandísimo (...) Después que
vi la gran hermosura del Señor, no veía a nadie que en su comparación me
pareciese bien ni me ocupase; que, con poner un poco los ojos de la
consideración en la imagen que tengo en mi alma, he quedado con tanta libertad
en esto, que después acá todo lo que veo me parece hace asco en comparación de
las excelencias y gracias que en este Señor veía. Ni hay saber ni manera de
regalo que yo estime en nada, en comparación del que es oír sola una palabra
dicha de aquella divina boca, cuánto más tantas. Y tengo yo por imposible, si
el Señor por mis pecados no permite se me quite esta memoria, podérmela nadie
ocupar de suerte que, con un poquito de tornarme a acordar de este Señor, no
quede libre (...) Comenzóme mucho mayor amor y confianza de este Señor en
viéndole, como con quien tenía conversación tan continua. Veía que, aunque era
Dios, que era hombre, que no se espanta de las flaquezas de los hombres (...)
Puedo tratar como con amigo, aunque es señor. Porque entiendo no es como los
que acá tenemos por señores, que todo el señorío ponen en autoridades postizas
(...) ¡Oh Señor mío, oh Rey mío! ¡Quién supiera ahora representar la majestad
que tenéis! Es imposible dejar de ver que sois gran Emperador en Vos mismo, que
espanta mirar esta majestad; mas más espanta, Señor mío, mirar con ella vuestra
humildad y el amor que mostráis a una como yo. En todo se puede tratar y hablar
con Vos como quisiéramos, perdido el primer espanto y temor de ver vuestra
majestad, con quedar mayor para no ofenderos; mas no por miedo del castigo,
Señor mío, porque éste no se tiene en nada en comparación de no perderos a Vos.
Una mirada a Roma
En la catequesis de
hoy hemos reflexionado sobre el segundo capítulo del Génesis, donde leemos que
Dios creó al hombre como culmen de toda la creación. En este relato, el hombre
aparece por un momento sin la mujer, libre y señor, pero está solo, se siente
solo. Dios mismo reconoce que esta realidad no es buena, que es una falta de
plenitud y de comunión, por tanto decide crear a la mujer. El hombre la
reconoce inmediatamente como alguien que le es recíproco y que lo complementa,
no como un reflejo o una réplica de sí mismo.
Dios deposita en el
hombre y en la mujer una confianza plena, pero el maligno pone en su corazón la
sombra de la sospecha y la desconfianza, llevándoles a la desobediencia a Dios
y a destruir la armonía entre ellos. Su relación empieza a verse asediada por
mil formas de seducción engañosa, de humillación e incluso de violencia. Todo esto
ha ido aumentando la desconfianza entre ellos y la dificultad de una alianza
plena entre el hombre y la mujer, capaz de una relación íntima de comunión y de
respeto de las diferencias. Al mismo tiempo, se ha ido desvalorizando
socialmente la alianza estable y generadora entre ambos, lo que siempre
constituye una gran pérdida para todos. ¡Qué importante es que se revalorice el
matrimonio y la familia!
El ejemplo de Dios
misericordioso, que nunca abandona a la pareja que pecó, sino que cuida de
ellos con ternura y amor paternal, debe avivar en los creyentes la vocación y
el compromiso de proteger y sostener esta alianza de vida y amor que Dios ha
querido para el hombre y la mujer.
Tiempo de Pascua
Libre y enteramente
dio Jesús su vida. Por AMOR. Y la recuperó con la Resurrección. Esa +LIBERTAD,
absoluta, es la que le hace ser BUEN PASTOR, no como un asalariado. Y la que me
hace también ser y amar libremente. Jesús nunca me obliga pero ¡me hace tanto
bien ser de los suyos, sentirme guiada por un Pastor así! Me da su Palabra de
ser un buen guía, de acompañar mis pasos, de respetar mi libertad pero a la vez
¡de agrandarla! Precisamente porque me toma en serio y confía en mí más que yo
misma. Por eso puedo ir siendo + LIBRE.