La Palabra
El primer día de la
semana, muy temprano, todavía a oscuras, va María Magdalena al sepulcro y
observa que la piedra está retirada del sepulcro. Entonces corre adonde estaban
Simón Pedro y el otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dice: ---Se han
llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salió Pedro con
el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el
otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Inclinándose
vio los lienzos en el suelo, pero no entró. Después llegó Simón Pedro, detrás
de él y entró en el sepulcro. Observó los lienzos en el suelo y el sudario que
le había envuelto la cabeza no en el suelo con los lienzos, sino enrollado en
lugar aparte. Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al
sepulcro; vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido las Escrituras, que
había de resucitar de la muerte.
(Jn 20,1-9)
Secuencia del Domingo de Resurrección
Ofrezcan
los cristianos
ofrendas
de alabanza
a
gloria de la Víctima
propicia
de la Pascua.
Cordero
sin pecado
que
a las ovejas salva,
a
Dios y a los culpables
unió
con nueva alianza.
Lucharon
vida y muerte
en
singular batalla
y,
muerto el que es la Vida,
triunfante
se levanta.
¿Qué
has visto de camino,
María,
en la mañana?
A
mi Señor glorioso,
la
tumba abandonada,
los
ángeles testigos,
sudarios
y mortaja.
¡Resucitó
de veras
mi
amor y mi esperanza!
Venid
a Galilea,
allí
el Señor aguarda;
allí
veréis los suyos
la
gloria de la Pascua.
Primicia
de los muertos,
sabemos
por tu gracia
que
estás resucitado;
la
muerte en ti no manda.
Rey
vencedor, apiádate
de
la miseria humana
y
da a tus fieles parte
en
tu victoria santa.
Una mirada a Roma
VATICANO,
20 Abr. 14 / 08:34 am (ACI).- Hoy Domingo de Resurrección,
el Papa Francisco realizó el tradicional Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al
mundo), en el cual subrayó que la resurrección de Jesús “es la base de nuestra
fe y de nuestra esperanza” y demuestra que “el amor es más fuerte, el amor da vida,
el amor hace florecer la esperanza en el desierto”.
“El
mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado,
murió en la cruz por
nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la
vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al
pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte”, señaló.
A
continuación, ACI Prensa comparte con sus
lectores el texto completo del mensaje del Papa Francisco en la Vigilia Pascual, gracias a la traducción de
Radio Vaticano:
El
anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «No
teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque
ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6). ¡No tengan
miedo! ¡El Señor ha resucitado!
Ésta
es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el
crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su
valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha
comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo.
El
mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado,
murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha
constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al
odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la
vida a la muerte.
Por
esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la
fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino
un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al
encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con
quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al
excluido.
«Vengan
a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la
esperanza en el desierto.
Con
esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos
a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no
nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos
a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos
derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos
disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las
mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Haz
que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea
Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras
enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
Consuela
a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por
haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes
y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta
a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder
esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces,
profesar libremente su fe.
Te
rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o
grande, antigua o reciente.
Te
suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del
conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en
causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la
población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde
hace tanto tiempo.
Jesús
glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en
Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las
negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te
invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República
Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes
de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y
te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la
reconciliación y la concordia fraterna.
Que
por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen
el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en
Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad
internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y
construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País, que ellos,
como hermanos, puedan gritar: «Christus surrexit, venite et videte!»
¡Te
rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la
muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
«Christus
surrexit, venite et videte!».
Queridos
hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!
Y... ¿Qué diría Santa Teresa?
"Camino
de Perfección" 26,3-4: No os pido ahora que penséis en Él ni que saquéis
muchos conceptos ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro
entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los
ojos del alma, aunque sea de presto si no podéis más, a este Señor? ¿Pues
podéis mirar cosas muy feas y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede
imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras. Haos
sufrido mil cosas feas y abominaciones contra Él y no ha bastado para que os
deje de mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le
miréis algunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a
la esposa, sino que le miremos (Ct 2,14). Como le quisiereis, le hallaréis.
Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya
(...) que Él se hace el sujeto, y quiere seáis vos la señora, y andar Él a
vuestra voluntad. Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo
salió del sepulcro os alegrará. ¡Mas con qué claridad y con qué hermosura! ¡Con
qué majestad, qué victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la
batalla adonde ha ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a sí
con él. ¿Pues es mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a
mirarle?
"Cuenta
de conciencia" 13,12 [Salamanca abril 1571]
Díjome el Señor que en resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad, que la pena la tenía tan absorta y traspasada, que aún no tornaba luego en sí para gozar de aquel gozo (por aquí entendía esotro mi traspasamiento bien diferente; ¡mas cuál debía ser el de la Virgen!) y que había estado mucho con ella; porque había sido menester hasta consolarla.
Díjome el Señor que en resucitando había visto a nuestra Señora, porque estaba ya con gran necesidad, que la pena la tenía tan absorta y traspasada, que aún no tornaba luego en sí para gozar de aquel gozo (por aquí entendía esotro mi traspasamiento bien diferente; ¡mas cuál debía ser el de la Virgen!) y que había estado mucho con ella; porque había sido menester hasta consolarla.