domingo, 3 de febrero de 2013

IV Domingo Ordinario C (03/02/2013)

¿Qué hace el carpintero tallando mi corazón?

La Palabra

Jer 1,4-5.17-19  //  Sal 70,1-2.3-4ª.5-6ab.15ab y 17  //  1Cor 12,31-13,13
Él empezó diciéndoles: ---Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura. Todos lo aprobaban, y estaban admirados por aquellas palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ---Pero, ¿no es éste el hijo de José? Él les contestó: ---Seguro que me diréis aquel refrán: médico, sánate a ti mismo. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad. Y añadió: ---Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria. Ciertamente, os digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país. A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia. Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio. Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron. Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.
(Lc 4,21-30)

El Comentario

Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria.
Jesús no fue bien recibido en su propia tierra, Él se presentó ante ellos, les comentó las Escrituras, pero ellos solamente querían ver los signos, no entenderlos ni aceptarlos, simplemente salir del paso.
Cuantas veces hemos intentado ser profetas en nuestra tierra y no hemos sido escuchados o tenidos en cuenta…
En muchas ocasiones hemos de salir fuera de nuestro entorno para poder hacer cosas que en su espacio natural no serían entendidas, y que sin embargo en lugares que no son el nuestro son vistas con la mayor naturalidad.
Quizás porque ellos están más abiertos a los cambios, o tal vez, porque no somos conocidos.
No somos, al igual que Jesús, el hijo de… no se espera que realicemos tal o cual cosa, como cabria esperar del hijo de… no se nos deja opción para realizarnos o para poder caminar nosotros solos y explorar lo que Dios nos pide en cada momento.
Hora hemos de plantearnos cuales son esas cosas que queremos hacer y que las circunstancias nos impiden llevarlas a cabo. Pero también hemos de estar atentos a aquellas cosas que los que nos rodean quieren hacer, por distintas cuestiones, personales, de autorealización, de ayuda a los demás, de… y que nosotros juzgamos como negativas, como no dignas de crédito, como locuras de fulanito o menganito.
¿Dejamos que aquellos a los que queremos intenten cambiar las cosas? O más bien sólo aceptamos los cambios que vienen de los extranjeros, escudándonos en que las hace porque es nuevo y no sabe que las tradiciones dictan lo contrario.
Realmente tenemos todo un mundo por explorar. Y mucha tarea por hacer, pero hemos de tener en cuenta que es posible que no se acepten los cambios en nuestra propia casa y tengamos que irnos fuera.
Si viene alguien a tu casa, trátalo bien. Posiblemente en la suya no ha podido hacer lo que se le pide.

A cada día su afán (por José-Román Flecha Andrés)