La tierra, mi niña enferma, duerme. Talitka kum, ¡levántate!
La Palabra
Sab 1,13-15;2,23-24 // Sal 29 // 2Cor 8,7.9.13-15
Jesús
cruzó, de nuevo [en la barca], al otro lado del lago, y se reunió junto a él un
gran gentío. Estando a la orilla llegó un jefe de la sinagoga llamado Jairo, y
al verlo se postró a sus pies y le suplicó insistentemente: ---Mi hijita está
en las últimas. Ven e impón las manos sobre ella para que sane y conserve la
vida. Se fue con él. Le seguía un gran gentío que lo apretaba por todos lados.
Una mujer que llevaba doce años padeciendo hemorragias, que había sufrido mucho
en manos de distintos médicos gastando todo lo que tenía, sin obtener mejora
alguna, al contrario, peor se había puesto, al escuchar hablar de Jesús, se
mezcló en el gentío, y por detrás le tocó el manto. Porque pensaba: Con sólo
tocar su manto, quedaré sana. Al instante desapareció la hemorragia, y sintió
en su cuerpo que había quedado sana. Jesús, consciente de que una fuerza había
salido de él, se volvió a la gente y preguntó: ---¿Quién me ha tocado el manto?
Los discípulos le decían: ---Ves que la gente te está apretujando, y preguntas
¿quién te ha tocado? Él miraba alrededor para descubrir a la que lo había
tocado. La mujer, asustada y temblando, pues sabía lo que le había pasado, se
acercó, se postró ante él y le confesó toda la verdad. Él le dijo: ---Hija, tu
fe te ha sanado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia. Aún estaba hablando
cuando llegaron algunos de la casa del jefe de la sinagoga y dijeron: ---Tu hija
ha muerto. No importunes al Maestro. Jesús, sin hacer caso de lo que decían,
dijo al jefe de la sinagoga: ---No temas, basta que tengas fe. Y no permitió
que lo acompañara nadie, salvo Pedro, Santiago y su hermano Juan. Llegaron a
casa del jefe de la sinagoga, vio el alboroto y a los que lloraban y gritaban
sin parar. Entró y les dijo: ---¿A qué viene este alboroto y esos llantos? La
muchacha no está muerta, sino dormida. Se reían de él. Pero él, echando afuera
a todos, tomó al padre, a la madre y a sus compañeros y entró adonde estaba la
muchacha. Sujetando a la niña de la mano, le dijo: Talitha qum, que significa:
Chiquilla, te lo digo a ti, ¡levántate! Al instante la muchacha se levantó y se
puso a caminar --tenía doce años--. Quedaron fuera de sí del asombro. Entonces
les encargó encarecidamente que nadie se enterara de esto. Después dijo que le
dieran de comer.
Mc
5, 21-43
Alabar
un bosque, un
arroyo,
que te han
impresionado por algo
que has llamado
«belleza»,
si has sentido de
pronto ganas de cantar,
o de correr un
buen trecho,
por algo que has
llamado «alegría»,
si te has
preguntado asombrado
cómo alguien
cercano a ti
te puede querer
precisamente a
ti...
¡puedes entender
lo que significa alabar!
Carlo María
Martini