domingo, 20 de noviembre de 2011

Domingo XXXIV Ordinario A (20/11/11)

Lo que das al que sufre se lo das a Jesús
La Palabra
Ez 34,11-12.15-17 // Sal 22 // 1Cor 15,20-26ª.28
Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria y ante él comparecerán todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Colocará a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de la derecha: Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era inmigrante y me acogisteis, estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis, estaba encarcelado y vinisteis a verme. Los justos le responderán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber, inmigrante y te recibimos, desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte? El rey les contestará: Os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. Después dirá a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, era inmigrante y no me acogisteis, estaba desnudo y no me vestisteis, estaba enfermo y encarcelado y no me visitasteis. Ellos replicarán: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, inmigrante o desnudo, enfermo o encarcelado y no te socorrimos? Él responderá: Os aseguro que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños no me lo hicisteis a mí. Éstos irán al castigo perpetuo y los justos a la vida eterna.
(Mt 25, 31-46)
El Comentario

“Venid..”
Jesús nos hace una llamada a acudir al reino preparado por su Padre para todos nosotros. Todos estamos llamados a él, no hay excepciones.
Su propuesta es universal, es decir, para todo aquél que esté dispuesto a ello. Él no nos obligará a aceptar su ofrecimiento, sino que nos da libertad para tomar nuestras propias decisiones, aunque tendremos que ser consecuentes con ellas, eso está claro.
Bien, todo esto está muy bien y suena muy bonito, pero…
Ese es el problema, el pero. El evangelio no termina con la llamada, sino que después de ofrecernos su reino nos pone la condición para entrar.
Y, cuál es esa condición, pues es fácil , que hagamos presente hoy su reino aquí y ahora.
Vale, que eso no es sencillo, ni “moco de pavo”, vamos que cómo vamos a hacer eso nosotros con los pocos medios que tenemos.
Dios no nos pide nunca imposibles, así que si lo piensas un poco más te darás cuenta que no te está pidiendo que seas un héroe, o un mártir, o… lo único que te está pidiendo es que lo intentes, que cada vez que veas a alguien que lo necesita, que te necesita, no apartes la cara o tu mano o… tienes un montón de propuestas en su evangelio, así que busca una.
Sí, lo sé, es más sencillo decirlo que hacerlo, no es una cosa que hagamos todos los días, tampoco nos pide que lo hagamos siempre, pero sí cuando esté en nuestras manos.
Así que no nos va a quedar más remedio que intentarlo, pero de verdad, no solo… lo intenté, pero es que no llegué.
¿Qué Celebramos?

Venga tu Reino
Padre nuestro que estás y reinas en el cielo,
que estás también y quieres reinar en la tierra;
ayúdanos a ser y vivir como herman@s.
Que tu nombre sea bendito, santificado, respetado;
que tod@s te conozcan,
y que nosotr@s te demos a conocer en nuestra vida.
Que venga tu Reino:
que venga la justicia, la solidaridad, la paz;
que nadie muera de hambre, ni de sed, ni de odio;
que nadie sea explotad@, oprimid@,
que nadie sea excluid@, marginad@, discriminad@.
Que venga tu Reino, tu Espíritu,
y se adueñe de nuestros corazones
y empiece en ellos a reinar con fuerza,
para que nos empeñemos ya en hacer tu voluntad
en la tierra, como se hace en el cielo;
para que anticipemos ya en el suelo
el reino de solidaridad que hay en el cielo. AMÉN