Is 56,2.6-7 // Sal 66 // Rom 11,13-15.29-32
Desde allí se marchó a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de la zona salió gritando: ---¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija es atormentada por un demonio. Él no respondió una palabra. Se acercaron los discípulos y le suplicaron. ---Señor, atiéndela, para que no siga gritando detrás de nosotros. Él contestó: ---¡He sido enviado solamente a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel! Pero ella se acercó y se postró ante él diciendo: ---¡Señor, ayúdame! Él respondió: ---No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos. Ella replicó: ---Es verdad, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños. Entonces Jesús le contestó: ---Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se cumplan tus deseos. Y en aquel momento, su hija quedó sana.
(Mt 15, 21-28)