domingo, 7 de agosto de 2011

Domingo XIX Ordinario (07/08/11)

La Palabra
1Re 19,9a.11-13a  //  Sal 84  //  Rom 9,1-5
Enseguida mandó a los discípulos embarcarse y pasar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después de despedirla, subió él solo a la montaña a orar. Al anochecer, todavía estaba allí, solo. La barca estaba ya a buena distancia de la costa, batida por las olas, porque tenía viento contrario. Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron: ---¡Es un fantasma! Y gritaban de miedo. Pero [Jesús] les dijo: ---¡Animaos! Soy yo, no temáis. Pedro le contestó: ---Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti. ---Ven, le dijo. Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir el [fuerte] viento, tuvo miedo, entonces empezó a hundirse y gritó: ---¡Señor, sálvame! Al punto Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ---¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando subieron a la barca, el viento amainó. Los de la barca se postraron ante él diciendo: ---Ciertamente eres Hijo de Dios.
(Mt 14, 22-33)