domingo, 14 de noviembre de 2010

Domingo XXXIII Ordinario C (14/11/10)

El valor de la transcendencia
 La Palabra
 Mal 4,1-2a // Sal 97 // 2 Tes 3,7-12
A unos que ponderaban los hermosos sillares del templo y la belleza de su ornamentación les dijo: ---Llegará un día en que todo lo que contempláis lo derribarán sin dejar piedra sobre piedra. Le preguntaron: ---Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder? Respondió: ---¡Atención, no os dejéis engañar! Pues muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayáis tras ellos. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no tengáis pánico. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida. Entonces les dijo: ---Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino; habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, os llevarán a las sinagogas y las cárceles, os conducirán ante reyes y magistrados a causa de mi nombre, dándoos oportunidad de dar testimonio de mí. Haced resolución de no preparar la defensa; yo os daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar. Hasta vuestros padres y hermanos, parientes y amigos os entregarán y darán muerte a algunos de vosotros; y todos os odiarán por mi nombre. Sin embargo no se perderá ni un pelo de vuestra cabeza. Con vuestra constancia ganaréis vuestras vidas.
(Lc. 21, 5-19) 
La Reflexión 
Se acerca el final del año litúrgico, y es hora de ver lo que hemos hecho, mirar y contemplar la obra.
Como vemos en el Evangelio de hoy, en el que los hombres se admiran de sus obras, así nosotros también veremos las obras de los demás.
No sólo debemos ver las obras como tales, sino también hemos de mirar las acciones que se han realizado, las cosas que hemos hecho, si fuimos diligentes en el trabajo, o con los compañeros, con aquellos que nos han pedido ayuda…
Debemos tener en cuenta que en nuestra tarea van a surgir voces discrepantes, gente a la que no le van a gustar nuestras obras, pero pese a todo, debemos seguir adelante. Ya que si la obra  es buena, el Señor nos ayudará para que sigamos con constancia para ganarnos una nueva vida aquí, una vida en la que todos seamos un poco más felices.
Que así sea. 
Qué Celebramos
Después de escuchar las 2 lecturas, leer el salmo y entonar el Aleluya, viene la lectura más importante, el Evangelio.
Evangelio significa “¡Buena Nueva! ¡Buen Mensaje!”. La lectura del Evangelio está tomada de uno de los 4 que forman parte del Nuevo Testamento y son, para nosotros los cristianos, los libros más importantes.
Dada la importancia de lo que se va a leer, nuestra actitud no será sentada, como en las lecturas precedentes, sino de pie, en una posición de atención, de estar listo, dispuesto a la marcha… se nos anuncia el Evangelio, para que nosotros luego lo llevemos a todos los lugares, para que difundamos el mensaje, para que hagamos partícipes a todos.
“Id por el mundo y predicad el evangelio”.


¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?