Otro mundo es posible
La Palabra
Is 2,1-5 // Sal 121, 1-9 // Rom 13,11-14
La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé: en [aquellos] días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca. Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre. Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. Así pues, velad, porque no sabéis el día que llegará vuestro Señor. Y sabéis que, si el amo de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría velando para que su casa no fuese asaltada. Por tanto, estad preparados, porque este Hombre llegará cuando menos penséis.
(Mt. 24, 37-44)
La Reflexión
Ha comenzado un nuevo tiempo, en el que “otro mundo es posible”, ¿cómo es esto?
Ese es el misterio, para eso va a venir Jesús a este mundo, para hacernos cambiar nuestra forma de verlo, para decirnos que es posible, que las cosas no tienen que ser tan complicadas, para cambiar nuestros esquemas mentales, para…
Otro mundo es posible, pero para ello debemos prepara el camino, debemos estar atentos, vigilantes, debemos preparar el terreno, para cuando venga el sembrador encuentre el terreno abonado.
Durante estos días de adviento prepararemos el camino, y el terreno para cambiar el mundo. Y en ese cambio Jesús tendrá mucho que decirnos. Pero ¿estamos preparados?, nos hemos puesto manos a la obra, o ¿estamos esperando a que vengan a hacernos nuestro trabajo?. Debemos ponernos desde ya, ya que no sabemos cuando va a suceder el cambio, así que manos a la obra.
Ese es el misterio, para eso va a venir Jesús a este mundo, para hacernos cambiar nuestra forma de verlo, para decirnos que es posible, que las cosas no tienen que ser tan complicadas, para cambiar nuestros esquemas mentales, para…
Otro mundo es posible, pero para ello debemos prepara el camino, debemos estar atentos, vigilantes, debemos preparar el terreno, para cuando venga el sembrador encuentre el terreno abonado.
Durante estos días de adviento prepararemos el camino, y el terreno para cambiar el mundo. Y en ese cambio Jesús tendrá mucho que decirnos. Pero ¿estamos preparados?, nos hemos puesto manos a la obra, o ¿estamos esperando a que vengan a hacernos nuestro trabajo?. Debemos ponernos desde ya, ya que no sabemos cuando va a suceder el cambio, así que manos a la obra.
Qué Celebramos
El año litúrgico se inicia con el adviento, el tiempo que nos enseña a esperar lo que está más allá de lo que se ve. El adviento es un tiempo en el que se nos hace buscar a Dios en todos esos lugares que hasta ahora hemos pasado por alto o no nos hemos parado a buscar. Adviento es aprender a esperar Es un tiempo para diferenciar entre lo bueno, lo mejor y lo óptimo.
Es muy fácil pasar por la vida sin ver lo que esta nos aporta, todas sus riquezas, sus distintos aspectos, tragándonos la vida y olvidándonos incluso de sus tiempos. Y entonces no prestamos atención a las pequeñas demandas cotidiana de la compasión o la elección, la confianza o el esfuerzo. Si no aprendemos a esperar, podemos dar por supuesto que una cosa es realmente tan buena para nosotros como otra. Entonces olvidamos que la vida es algo más que esta vida. Olvidamos que también forma parte de la misma esa parte de nosotros que no vemos, que sentimos, que nos conecta con otra realidad, pero nuestras prisas y nuestras rutinas no nos dejan ver esa otra parte del mundo, que es desde el que Dios nos habla, ¿cómo podemos conseguir y tener oír la voz de Dios en los vientos de cambio que nos rodean si sólo podemos escuchar únicamente nuestra propia voz?.
La función del adviento es recordarnos lo que estamos esperando.
Es muy fácil pasar por la vida sin ver lo que esta nos aporta, todas sus riquezas, sus distintos aspectos, tragándonos la vida y olvidándonos incluso de sus tiempos. Y entonces no prestamos atención a las pequeñas demandas cotidiana de la compasión o la elección, la confianza o el esfuerzo. Si no aprendemos a esperar, podemos dar por supuesto que una cosa es realmente tan buena para nosotros como otra. Entonces olvidamos que la vida es algo más que esta vida. Olvidamos que también forma parte de la misma esa parte de nosotros que no vemos, que sentimos, que nos conecta con otra realidad, pero nuestras prisas y nuestras rutinas no nos dejan ver esa otra parte del mundo, que es desde el que Dios nos habla, ¿cómo podemos conseguir y tener oír la voz de Dios en los vientos de cambio que nos rodean si sólo podemos escuchar únicamente nuestra propia voz?.
La función del adviento es recordarnos lo que estamos esperando.
La 1ª vela del Adviento
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquél que permanece en vela,
esperando para salir al encuentro del Señor que ya viene.
Muchas sombras nos envuelven.
En esta primera semana de Adviento,
queremos estar atentos y preparados
para acoger a tantos mensajeros
que nos traen la mejor de las noticias,
la noticia de que un mundo nuevo está naciendo
a pesar de todas las oscuridades de nuestro mundo,
la noticia de que Jesús sigue presente
en medio de nosotros.
¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
como aquél que permanece en vela,
esperando para salir al encuentro del Señor que ya viene.
Muchas sombras nos envuelven.
En esta primera semana de Adviento,
queremos estar atentos y preparados
para acoger a tantos mensajeros
que nos traen la mejor de las noticias,
la noticia de que un mundo nuevo está naciendo
a pesar de todas las oscuridades de nuestro mundo,
la noticia de que Jesús sigue presente
en medio de nosotros.
¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!