Oración de alabanza y acción de gracias
La Palabra
2 Re 5,14-17 // Sal 97 // 2 Tim 2,8-13
Yendo él de camino hacia Jerusalén, atravesaba Galilea y Samaría. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, que se pararon a cierta distancia y alzando la voz, dijeron:
---Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros.
Al verlos, les dijo:
---Id a presentaros a los sacerdotes.
---Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros.
Al verlos, les dijo:
---Id a presentaros a los sacerdotes.
Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, viéndose sano, volvió glorificando a Dios en voz alta, y cayó de bruces a sus pies dándole gracias. Era samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:
---¿No se sanaron los diez? ¿Y los otros nueve dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios, sino este extranjero?
Y le dijo:
---Levántate y ve, tu fe te ha salvado.
Y le dijo:
---Levántate y ve, tu fe te ha salvado.
(Lc. 17, 11-19)
La Reflexión
Todo el día corriendo, todo el día quejándonos, que si esto, que si lo otro, que si no se acuerda nadie de mi, que para que sirvo, que no me sale nada bien… nos suena todo esto? O estoy muy equivocado?
Bueno, quizás soy un poco exagerado, pero sólo un poco. El caso es que no somos capaces de ver un poco más allá, no vemos que las cosas tienen su razón, su aquél, pero no somos capaces de verlo, quizás con el tiempo y la distancia las cosas cambien.
A lo que vamos, que seguro que todos los días tenemos muchos motivos para dar GRACIAS, por haber vivido otro día, por tener los hijos, sobrinos, padres... que tenemos, por los amigos que nos acompañan y nos hacen más fácil el camino, por… cada uno sabe lo que tiene en su vida, pero ha de saber mirar y valorar eso.
Pues pese a todo, parece que no somos capaces, nos hemos acostumbrado a quejarnos, pero no a dar las GRACIAS, es algo sencillo, un gesto, una mirada, un abrazo, o simplemente, eso, un GRACIAS. Bueno, quizás soy un poco exagerado, pero sólo un poco. El caso es que no somos capaces de ver un poco más allá, no vemos que las cosas tienen su razón, su aquél, pero no somos capaces de verlo, quizás con el tiempo y la distancia las cosas cambien.
A lo que vamos, que seguro que todos los días tenemos muchos motivos para dar GRACIAS, por haber vivido otro día, por tener los hijos, sobrinos, padres... que tenemos, por los amigos que nos acompañan y nos hacen más fácil el camino, por… cada uno sabe lo que tiene en su vida, pero ha de saber mirar y valorar eso.
Y tu? Ya has dado hoy las GRACIAS!!!
Qué Celebramos
Hoy en día, las lecturas son leídas por algunas personas, que de forma voluntaria se ponen a disposición de la comunidad para esta función.
Pero hasta hace no mucho tiempo lo normal es que esta tarea la realizase una persona ordenada para este ministerio, el del lectorado. En nuestra Iglesia existían las funciones de ostiario, lector, exorcista y acólito, que eran órdenes sagradas a las que se las llamó “órdenes menores”, en contraposición al subdiaconado, diaconado y presbiterado, que se las llamó ·órdenes mayores·.
Hoy en día este ministerio sigue existiendo, aunque sólo se suele ordenar en él a aquellos que terminarán siendo presbíteros, lo que no quiere decir que no puedan ser ordenados o ser ejercido por fieles laicos, que suelen ser los que en realidad realizan esta función.
Hoy en día existe el rito litúrgico de la “Institución de Lectores y Acólitos”, que presido el Obispo, aunque puede delegar esta en los párrocos para sus respectivas parroquias, pero no es obligatorio que los fieles laicos sean ordenados.
Hoy en día este ministerio sigue existiendo, aunque sólo se suele ordenar en él a aquellos que terminarán siendo presbíteros, lo que no quiere decir que no puedan ser ordenados o ser ejercido por fieles laicos, que suelen ser los que en realidad realizan esta función.
Hoy en día existe el rito litúrgico de la “Institución de Lectores y Acólitos”, que presido el Obispo, aunque puede delegar esta en los párrocos para sus respectivas parroquias, pero no es obligatorio que los fieles laicos sean ordenados.
EL DEVOTO Y SU MUJER
El señor Vishnú decidió conceder a su devoto las tres cosas que más deseaba en esta vida. Lo primero que pidió el devoto fue que muriera su mujer para casarse con otra mejor. Pero, al celebrarse el funeral, se pusieron todos a una a recordar las buenas cualidades de su difunta esposa. Entonces el devoto cayó en la cuenta de su precipitación y ceguera por no haber reconocido las buenas cualidades de su mujer. No encontraría otra mejor. Así que pidió la segunda gracia al señor Vishnú: que la volviera a la vida. No se atrevía ya a hacer la tercera y última petición por temor a equivocarse. Y el señor Vishnú le
recomendó: “Pide la gracia de reconocer todo lo bueno que se encierra en las cosas y las personas que te rodean”.
recomendó: “Pide la gracia de reconocer todo lo bueno que se encierra en las cosas y las personas que te rodean”.
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