domingo, 3 de octubre de 2010

Domingo XXVII Ordinario C (03/10/10)

La mirada de la fe
La Palabra
Hab 1,2-3; 2,2-4 // Sal 94 // 1 Tim 1,6-8.13-14
Los apóstoles dijeron al Señor: ---Auméntanos la fe. El Señor dijo: ---Si tuvierais fe como una semilla de mostaza, diríais a [esta] morera: Arráncate de raíz y plántate en el mar, y os obedecería. Si uno de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando, cuando éste vuelva del campo, ¿le dirá, acaso, que pase enseguida y se ponga a la mesa? No le dirá, más bien: prepárame de comer, cíñete y sírveme mientras como y bebo, después comerás y beberás tú. ¿Tendrá que agradecer al siervo que haga lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho cuanto os han mandado, decid: Somos siervos inútiles, sólo hemos cumplido nuestro deber.
(Lc. 17, 5-10)
La Reflexión
Uffff!!!, que difícil es explicar eso de la fe… Es cierto, el diccionario utiliza términos como confianza, creencia, seguridad… en definitiva y en nuestro caso, esto es aplicable a Dios. Pero claro, ahora viene el problema, como creer en alguien o en algo que no se ve, que no sabemos quien es, del que no tenemos ni idea y del que todos afirman no haber visto.
Pues bien, yo aquí no daré pruebas de la existencia de Dios, pero otros lo han hecho, con sus obras, ya que todos conocemos o, al menos, hemos oído hablar de los santos, de los mártires, e incluso, sin irnos más allá, de toda esa gente que trabaja para los demás, que da, incluso, su vida por ellos, y esto porque su fe, que seguramente no pasará de ser mayor que un granito de mostaza (la semilla más pequeña que hay) son capaces de darlo todo por los demás, porque tienen confianza en Dios, que es el que los envía al mundo, y aunque pasen por dificultades (incomprensión, envidias, malos momentos…) siguen adelante, porque es lo que tienen que hacer.
Y tú, vas a dar un paso ADELANTE!!!

Que Celebramos
Terminados los ritos introductorios (acogimiento, perdón, Gloria, Oración), cambiamos de espacio. Abandonamos la Sede o el Altar y nos centramos en el ambón, que hoy en día se sitúa también en un mismo espacio escénico, pero que no hace muchos años no era así, tenía un lugar distinto.
También cambiamos nuestra postura, ya no estamos en pie o de rodillas, sino que nuestra postura es sentados, ya que en esta parte nos van a leer las lecturas, una primera lectura, que suele consistir en una lectura del Antiguo Testamento, un Salmo y una segunda lectura, que se toma de los Hechos de los Apóstoles, de las Cartas o del Apocalipsis.
Nuestra actitud ha de ser de escucha y meditación.
Por lo general, no será el celebrante el que realice esta tarea, sino otra persona o personas encargadas de esta tarea, el lector.
EL GIGANTE Y EL ENANO
Cuentan de un gigante que se disponía a atravesar un río profundo y se encontró en la orilla con un enano que no sabía nadar y no podía atravesar el río por su profundidad. El gigante lo cargó sobre sus hombros y se metió en el agua.
Hacia la mitad de la travesía el enano, que sobresalía casi medio metro por encima de la cabeza del gigante, alcanzó a ver, sigilosamente apostados tras la vegetación de la otra orilla, a los indios de una tribu, que esperaban con sus arcos a que se acercase el gigante.
El enano avisó al gigante. Éste se detuvo, dio media vuelta y comenzó a deshacer la travesía. En aquel momento, una flecha disparada desde la otra orilla se hundió en el agua cerca del gigante, pero sin haber podido llegar hasta él. Así ocurrió con otras sucesivas flechas, mientras ambos -gigante y enano- ganaban la orilla de salida, sanos y salvos.
El gigante dio las gracias al enano, pero éste le replicó: “si no me hubiese apoyado en ti, no habría podido ver más lejos que tú”.
La imagen de la semana