Abres mis oídos desde dentro
La Palabra
Is 35,4-7a // Sal 145 // St 2,1-5
Después
salió de la región de Tiro, pasó de nuevo por Sidón y se dirigió al lago de
Galilea atravesando la región de la Decápolis. Le llevaron un hombre sordo
y tartamudo y le suplicaban que impusiera las manos sobre él. Lo tomó, lo
apartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los oídos; después le tocó
la lengua con saliva; levantó la vista al cielo, suspiró y le dijo:
---Effatá, que significa ábrete. [Al punto] se le abrieron los oídos, se
le soltó el impedimento de la lengua y hablaba normalmente. Les mandó que
no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más insistía, más lo pregonaban. Llenos
de asombro comentaban: ---Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar
a los mudos.
(Mc
7,31-37)