Jesús, pan que se parte y se reparte
La Palabra
Ex 24,3-8
// Sal 115 // Heb 9,11-15
El primer
día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los
discípulos: ---¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de
Pascua? Él envió a dos discípulos encargándoles: ---Id a la ciudad y os
saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo y
donde entre, decid al amo de casa: Dice el Maestro que dónde está la sala en la
que va a comer la cena de Pascua con sus discípulos. Él os mostrará un
salón en el piso superior, preparado con divanes. Preparad allí la cena.
Salieron los discípulos, se dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les
había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras
cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
---Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, pronunció la acción de
gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Les dijo: ---Ésta es mi
sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Os aseguro que no
volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el
reino de Dios. Después cantaron los salmos y salieron hacia el monte de
los Olivos.
(Mc 14, 12-16.22-26)
Tiempo de Actividad
Todavía
nos encontramos en la actividad del curso. Y digo tiempo de actividad,
porque así tiene que ser.
Si te
organizas bien, encuentras durante la semana tiempo para todo: para jugar, para
ver alguna peli, para estar con los amigos, y, por supuesto, para
estudiar.
Se suele
decir que los últimos días son los que más valen. Sobre todo, las dos últimas
semanas. Yo creo que con un esfuerzo final se puede salir brillantemente.
Cuenta la
leyenda que un rey de la antigüedad, estando en su tienda desanimado por haber
sufrido una gran derrota, se entretenía mirando a una hormiga que intentaba
subir una y otra vez por la lona de su tienda.
Ya tenía
la idea de rendirse frente al enemigo, pero al ver que, por fin, la
hormiga había conseguido subir, pensó que también él
debía hacer lo mismo, sin dejarse llevar por el cansancio ni por el
desaliento.
Cuenta la
historia que esto le animó a reorganizar su ejército, a alentar a sus hombres
más y mejor que nunca y, este antiguo rey, terminó por ganar la batalla que
creía haber perdido.
Recordarás
que a las hormigas siempre se les asocia ese valor de la constancia. Es curioso
que, seres tan pequeños, nos dan hermosas lecciones sobre el trabajo
de cada día.
La verdad
es que mucha gente ha aprendido la lección y luego tiene éxito en la
vida. Pues que nosotros también tengamos esa suerte.