domingo, 11 de marzo de 2012

Domingo III Cuaresma (B) (11/03/12)

Dios ni se compra ni se vende, Él se regala
La Palabra
Ex 20,1-7  //  Sal 18  //  1Co 1,22-25

Como se acercaba la Pascua judía, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el recinto del templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Se hizo un látigo de cuerdas y expulsó a todos del templo, ovejas y bueyes; esparció las monedas de los cambistas y volcó las mesas; a los que vendían palomas les dijo: ---Quitad eso de aquí y no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado. Los discípulos se acordaron de aquel texto: El celo por tu casa me devora. Los judíos le dijeron: ---¿Qué señal nos presentas para actuar de ese modo? Jesús les contestó: ---Derribad este templo y en tres días lo reconstruiré. Replicaron los judíos: ---Cuarenta y seis años ha llevado la construcción de este templo, ¿y tú lo vas a reconstruir en tres días? Pero él se refería al templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de la muerte, los discípulos recordaron que había dicho eso y creyeron a la Escritura y a las palabras de Jesús. Estando en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en él al ver las señales que hacía. Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos; no necesitaba informes de nadie, porque él sabía lo que hay dentro del hombre.
(Jn 2,13-25)
¿Qué Celebramos?
Subimos a Jerusalén, estamos más cerca de las fiestas de Pascua. Sentirse herederos y coherederos, sentirse hijos, sentirse hermanos, sentirse Iglesia que camina en comunión, sentirse acogidos y acogerse mutuamente es señal de ser familia de Dios.
En nuestro propio proceso no es fácil reconocerse ante Dios, verse bajo la mirada misericordiosa de un Dios que nos acoge sin condiciones, con nuestras muchas debilidades y prejuicios y verse reflejados como hijos de nuestro Padre. Pero es el paso que debemos dar si queremos reconocer y acoger a los demás.
Esta semana camina, sí, camina en soledad, mejor, camina solo pero sintiéndote acompañado por todos aquellos que te encuentres por el camino. Todos están en movimiento, como tú, siente que no eres distinto a ello. Mira sus rostros, su cara te suena, porque es el rostro de la familia de Dios, que como tú necesita sentirse acogido, escuchado y reconciliado. Siente que no son distintos a ti.
En este caminar, y si tienes posibilidad, busca una iglesia cercana, a poder ser tu parroquia o tu centro de referencia, donde celebramos juntos como comunidad los sacramentos y da gracias a Dios por tu comunidad que te acoge.
Señor, haznos sentir fraternidad. Que sepamos vernos reconocidos en ti. Como hijos y familia tuya. Que nuestra Iglesia sea centro de acogida para todos aquellos que te buscan con sincero corazón.