domingo, 12 de diciembre de 2010

Domingo III Adviento A (12/12/10)

 
Objetivos del desarrollo
La Palabra
Is 35,1-6a.10 // Sal 145 // St 5,7-10
Juan oyó hablar en la cárcel de la actividad del Mesías y le envió este mensaje por medio de sus discípulos: ---¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús respondió: ---Id a informar a Juan de lo que oís y veis: ciegos recobran la vista, cojos caminan, leprosos quedan limpios, sordos oyen, muertos resucitan, pobres reciben la Buena Noticia; y, ¡dichoso el que no tropieza por mi causa! Cuando se marcharon, se puso Jesús a hablar de Juan a la multitud: ---¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre elegantemente vestido? Mirad, los que visten elegantemente habitan en los palacios reales. Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Os digo que sí, y más que profeta. A éste se refiere lo que está escrito: Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que te prepare el camino. Os aseguro, de los nacidos de mujer no ha surgido aún alguien mayor que Juan el Bautista. Y sin embargo, el último en el reino de Dios es mayor que él.
(Mt. 11, 2-11)
Juan el Bautista
Primera Parte


Segunda Parte


Tercera Parte 


La 3ª vela de Adviento
Como Juan Bautista, Señor,
te preguntamos dónde está la luz.
Estamos impacientes y nos cansa el esfuerzo.
Si el labrador fuera como nosotros,
no comeríamos nunca pan.
No permitas que apaguemos en nuestro interior
el fuego del Espíritu y el espíritu de la paciencia
para poder tener los ojos bien abiertos
y verte a ti, Jesús, llegar todos los días a nuestra casa.
Que estas tres velas encendidas
sean el signo de la constancia de nuestra oración.
¡Ven, Señor Jesús!