domingo, 7 de junio de 2015

Corpus Christi (B)

La Palabra

El primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los discípulos: ---¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? Él envió a dos discípulos encargándoles: ---Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo y donde entre, decid al amo de casa: Dice el Maestro que dónde está la sala en la que va a comer la cena de Pascua con sus discípulos. Él os mostrará un salón en el piso superior, preparado con divanes. Preparad allí la cena. Salieron los discípulos, se dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: ---Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Les dijo: ---Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Os aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. Después cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos.
(Mc 14, 12-16.22-26)

El Comentario

“tomó pan”
Cada día el Señor, a través de sus humildes siervos, los sacerdotes, se hace presente entre nosotros para partirse y repartirse. El problema es que estamos tan acostumbrados  a verlo que  muchas veces nos pasa desapercibido, no somos capaces de ver ante nuestros ojos esta  presencia real cada día.
Gracias a todos los sacerdotes!

Y… ¿Qué diría Santa Teresa?

Fundaciones 18,5: A lo que ahora me acuerdo nunca dejé fundación por miedo del trabajo, aunque de los caminos, en especial largos, sentía gran contradicción; mas en comenzándolos a andar me parecía poco, viendo en servicio de quién se hacía y considerando que en aquella casa se había de alabar el Señor y haber Santísimo Sacramento. Esto es particular consuelo para mí, ver una iglesia más, cuando me acuerdo de las muchas que se quitan: no sé qué trabajos, por grandes que fuesen, se habían de temer a trueco de tan gran bien para la cristiandad; que aunque muchos no lo advertimos, estar Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, como está en el Santísimo Sacramento en muchas partes, gran consuelo nos había de ser.
Camino de Perfección 34,1.6-7.8.10: [1]. No se queda para otra cosa con nosotros sino para ayudarnos y animarnos y sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros. [6] [Sé de alguien] que habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba? [7] Mas sé de esta persona que muchos años, aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor, procuraba esforzar la fe, para que, como creía verdaderamente entraba este Señor en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le era posible, y entrábase con El. Procuraba recoger los sentidos para que todos entendiesen tan gran bien, digo, no embarazasen al alma para conocerle. Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese devoción, la fe la decía que estaba bien allí. [8] Pues, si cuando andaba en el mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada, si le hacen buen hospedaje. [10] Aunque no le vean con los ojos corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos interiores y por diferentes vías. Estaos vos con El de buena gana. No perdáis tan buena sazón de negociar como es la hora después de haber comulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra y no hacéis caso ni tenéis cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os ha de dar a conocer? Este, pues, es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos los pies porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos.

Una Mirada a Roma

Oración y acción por las familias: que a nadie falte pan, trabajo, educación y sanidad.
En la catequesis de hoy nos referimos a la pobreza, como condición de vida que pone a prueba la familia y la hace vulnerable. La pobreza azota a muchas familias en las periferias de las grandes ciudades y también en algunas zonas rurales. Muchas veces se ve agravada por la guerra, que es sin duda la madre de todas las pobrezas, depredadora de vidas, de almas y de los afectos más queridos. En medio de estas situaciones, muchas familias intentan vivir con dignidad, confiando en la bendición de Dios, convirtiéndose así en una auténtica escuela de humanidad que salva a la sociedad de la barbarie. Pero este reconocimiento no nos exime de nuestra obligación de velar con la oración y con la acción para que a nadie falte el pan, el trabajo, la educación y la sanidad. Es necesario que desde todas las instancias de la vida pública se pongan los medios para un nuevo orden social, que rompa la espiral perversa entre familia y pobreza que lleva la sociedad a la ruina. También nosotros cristianos debemos estar cada vez más cerca de las familias que sufren la pobreza. La Iglesia madre no debe olvidar nunca este drama de sus hijos. Ella también está llamada a ser pobre, practicando la simplicidad en su propia vida, de manera que llegue a ser fecunda y pueda dar una respuesta a tanta miseria.

En clave de Dios

Una Partera (Por Elena López)

Como una partera, preparada para todo lo que pueda surgir pero en especial y siempre para algo único: dar la bienvenida a algo tan nuevo como es la vida. Una vida que aflora para las personas en cada decisión, en cada amistad, en momentos de reconciliación y en los gestos de amor o servicio. Unas manos firmes que permiten avanzar, vivir, descubrir, salvarse, cambiar, sentirse cuidado, seguro, único, atendido.
Hace el partero que nos abramos a cambios, que pasemos página, que respiremos por primera vez del aire que nos permitirá vivir el momento, que recojamos en nuestro caminar lo que nos hace aprender para retomar la historia más adelante, con fuerzas y un aliento nuevos. Toda su experiencia, sus conocimientos y su habilidad fijos en dar lo mejor, y servir de paso a algo que me redefina, me estructure y me regale una oportunidad sin marcas.
La vida es demasiado preciosa como para malgastarla y es Dios quien me abre los brazos cada día para verme nacer de nuevo y darme su propia bienvenida.