La Palabra
El
primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los
discípulos: ---¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? Él
envió a dos discípulos encargándoles: ---Id a la ciudad y os saldrá al
encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo y donde entre, decid
al amo de casa: Dice el Maestro que dónde está la sala en la que va a comer la
cena de Pascua con sus discípulos. Él os mostrará un salón en el piso superior,
preparado con divanes. Preparad allí la cena. Salieron los discípulos, se
dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena
de Pascua. Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se
lo dio diciendo: ---Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, pronunció la
acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Les dijo: ---Ésta es mi
sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Os aseguro que no
volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el
reino de Dios. Después cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los
Olivos.
(Mc 14,
12-16.22-26)
El Comentario
“tomó pan”
Cada día el Señor, a través de sus humildes
siervos, los sacerdotes, se hace presente entre nosotros para partirse y
repartirse. El problema es que estamos tan acostumbrados a verlo que
muchas veces nos pasa desapercibido, no somos capaces de ver ante nuestros
ojos esta presencia real cada día.
Gracias a todos los sacerdotes!
Y… ¿Qué diría Santa Teresa?
Fundaciones
18,5: A lo que ahora me acuerdo nunca dejé
fundación por miedo del trabajo, aunque de los caminos, en especial largos,
sentía gran contradicción; mas en comenzándolos a andar me parecía poco, viendo
en servicio de quién se hacía y considerando que en aquella casa se había de
alabar el Señor y haber Santísimo Sacramento. Esto es particular consuelo para
mí, ver una iglesia más, cuando me acuerdo de las muchas que se quitan: no sé
qué trabajos, por grandes que fuesen, se habían de temer a trueco de tan gran
bien para la cristiandad; que aunque muchos no lo advertimos, estar Jesucristo,
verdadero Dios y verdadero hombre, como está en el Santísimo Sacramento en
muchas partes, gran consuelo nos había de ser.
Camino
de Perfección 34,1.6-7.8.10: [1]. No se
queda para otra cosa con nosotros sino para ayudarnos y animarnos y
sustentarnos a hacer esta voluntad que hemos dicho se cumpla en nosotros. [6]
[Sé de alguien] que habíala el Señor dado tan viva fe, que cuando oía a algunas
personas decir que quisieran ser en el tiempo que andaba Cristo nuestro bien en
el mundo, se reía entre sí, pareciéndole que, teniéndole tan verdaderamente en
el Santísimo Sacramento como entonces, que ¿qué más se les daba? [7] Mas sé de
esta persona que muchos años, aunque no era muy perfecta, cuando comulgaba, ni
más ni menos que si viera con los ojos corporales entrar en su posada el Señor,
procuraba esforzar la fe, para que, como creía verdaderamente entraba este
Señor en su pobre posada, desocupábase de todas las cosas exteriores cuanto le
era posible, y entrábase con El. Procuraba recoger los sentidos para que todos
entendiesen tan gran bien, digo, no embarazasen al alma para conocerle.
Considerábase a sus pies y lloraba con la Magdalena, ni más ni menos que si con
los ojos corporales le viera en casa del fariseo. Y aunque no sintiese
devoción, la fe la decía que estaba bien allí. [8] Pues, si cuando andaba en el
mundo, de sólo tocar sus ropas sanaba los enfermos, ¿qué hay que dudar que hará
milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos dará lo que le
pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la
posada, si le hacen buen hospedaje. [10] Aunque no le vean con los ojos
corporales, muchos modos tiene de mostrarse al alma por grandes sentimientos
interiores y por diferentes vías. Estaos vos con El de buena gana. No perdáis
tan buena sazón de negociar como es la hora después de haber comulgado. Si la
obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el
Señor; que si luego lleváis el pensamiento a otra y no hacéis caso ni tenéis
cuenta con que está dentro de vos, ¿cómo se os ha de dar a conocer? Este, pues,
es buen tiempo para que os enseñe nuestro Maestro, y que le oigamos y besemos
los pies porque nos quiso enseñar, y le supliquéis no se vaya de con vos.
Una Mirada a Roma
Oración
y acción por las familias: que a nadie falte pan, trabajo, educación y sanidad.
En
la catequesis de hoy nos referimos a la pobreza, como condición de vida que
pone a prueba la familia y la hace vulnerable. La pobreza azota a muchas
familias en las periferias de las grandes ciudades y también en algunas zonas
rurales. Muchas veces se ve agravada por la guerra, que es sin duda la madre de
todas las pobrezas, depredadora de vidas, de almas y de los afectos más
queridos. En medio de estas situaciones, muchas familias intentan vivir con
dignidad, confiando en la bendición de Dios, convirtiéndose así en una
auténtica escuela de humanidad que salva a la sociedad de la barbarie. Pero
este reconocimiento no nos exime de nuestra obligación de velar con la oración
y con la acción para que a nadie falte el pan, el trabajo, la educación y la
sanidad. Es necesario que desde todas las instancias de la vida pública se
pongan los medios para un nuevo orden social, que rompa la espiral perversa
entre familia y pobreza que lleva la sociedad a la ruina. También nosotros
cristianos debemos estar cada vez más cerca de las familias que sufren la
pobreza. La Iglesia madre no debe olvidar nunca este drama de sus hijos. Ella
también está llamada a ser pobre, practicando la simplicidad en su propia vida,
de manera que llegue a ser fecunda y pueda dar una respuesta a tanta miseria.
En clave de Dios
Una Partera (Por Elena López)
Como
una partera, preparada para todo lo que pueda surgir pero en especial y siempre
para algo único: dar la bienvenida a algo tan nuevo como es la vida. Una vida
que aflora para las personas en cada decisión, en cada amistad, en momentos de
reconciliación y en los gestos de amor o servicio. Unas manos firmes que permiten
avanzar, vivir, descubrir, salvarse, cambiar, sentirse cuidado, seguro, único,
atendido.
Hace
el partero que nos abramos a cambios, que pasemos página, que respiremos por
primera vez del aire que nos permitirá vivir el momento, que recojamos en
nuestro caminar lo que nos hace aprender para retomar la historia más adelante,
con fuerzas y un aliento nuevos. Toda su experiencia, sus conocimientos y su
habilidad fijos en dar lo mejor, y servir de paso a algo que me redefina, me
estructure y me regale una oportunidad sin marcas.
La
vida es demasiado preciosa como para malgastarla y es Dios quien me abre los
brazos cada día para verme nacer de nuevo y darme su propia bienvenida.