domingo, 30 de junio de 2013

XIII Domingo Ordinario C (30/06/2013)

Jesús nos conduce sin espejos retrovisores

La Palabra

1 Re 19, 16b.19-21  //  Sal 15  //  Gal 5, 1.13-18
Cuando se cumplía el tiempo de que se lo llevaran al cielo, emprendió decidido el viaje hacia Jerusalén, y envió por delante unos mensajeros. Ellos fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero éstos no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Juan y Santiago, sus discípulos, dijeron: ---Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo y acabe con ellos? Él se volvió y los reprendió. Y se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, uno le dijo: ---Te seguiré adonde vayas. Jesús le contestó: ---Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero este Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. A otro le dijo: ---Sígueme. Le contestó: ---[Señor], déjame primero ir a enterrar a mi padre. Le dijo: ---Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el reinado de Dios. Otro le dijo: ---Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de mi familia. Jesús le dijo: ---El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reinado de Dios.
(Lc 9, 51-62)

A cada día su afán (por José-Román Flecha Andrés)

domingo, 23 de junio de 2013

XII Domingo Ordinario C (23/06/2013)

Coge la cruz de cada día

La Palabra

Zac 12, 10-11; 13,1 //  Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)  //  Gal 3,26-29
Estando él una vez orando a solas, se le acercaron los discípulos y él los interrogó: ---¿Quién dice la multitud que soy yo? Contestaron: ---Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos. Les preguntó: ---Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Pedro: ---Tú eres el Mesías de Dios. Él les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Y añadió: ---Este Hombre tiene que padecer mucho, ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, tiene que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Y a todos les decía: ---Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Quien quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
(Lc 9, 18- 24)

A cada día su afán (por José-Román Flecha Andrés)

domingo, 16 de junio de 2013

XI Domingo Ordinario C (16/06/2013)


Jesús viene a reparar nuestras averías

La Palabra

Sam 12, 7-10. 13  //  Sal 31, 1-2. 5. 7. 11  //  Gal 2, 16. 19-21
Un fariseo lo invitó a comer. Jesús entró en casa del fariseo y se sentó a la mesa. En esto, una mujer, pecadora pública, enterada de que estaba a la mesa en casa del fariseo, acudió con un frasco de perfume de mirra, se colocó detrás, a sus pies, y llorando se puso a bañarle los pies en lágrimas y a secárselos con el cabello; le besaba los pies y se los ungía con la mirra. Al verlo, el fariseo que lo había invitado, pensó: Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer lo está tocando: una pecadora. Jesús tomó la palabra y le dijo: ---Simón, tengo algo que decirte. Contestó: ---Dilo, maestro. Le dijo: ---Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de los dos le tendrá más afecto? Contestó Simón: ---Supongo que aquél a quien más le perdonó. Le replicó: ---Has juzgado correctamente. Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: ---¿Ves esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies; ella me los ha bañado en lágrimas y los ha secado con su cabello. Tú no me diste el beso de saludo; desde que entré, ella no ha cesado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con perfume; ella me ha ungido los pies con mirra. Por eso te digo que se le han perdonado numerosos pecados, ya que siente tanto afecto. Que al que se le perdona poco, poco afecto siente. Y a ella le dijo: ---Tus pecados te son perdonados. Los invitados empezaron a decirse entre sí: ---¿Quién es éste que hasta perdona pecados? Él dijo a la mujer: ---Tu fe te ha salvado. Vete en paz.
A continuación fue recorriendo ciudades y aldeas proclamando la Buena Noticia del reinado de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que había sanado de espíritus inmundos y de enfermedades: María Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes; Susana y otras muchas, que los atendían con sus bienes.
Lc 7, 36-8, 3

A cada día su Afán (Por José-Román Flecha Andrés)

domingo, 9 de junio de 2013

X Domingo Ordinario C (09/06/2013)


Al Ver El Dolor Sintió Lástima

La Palabra

1 R 1, 17, 17-24  //  Sal 29  //  Gal 1,11-19
A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío. Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos. Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: ---No llores. Se acercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron. Entonces dijo: ---Muchacho, yo te lo ordeno, levántate. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo: ---Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo. La noticia de lo que había hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea.
Lucas 7, 11-17

A cada día su afán (Por José-Román Flecha Andrés)

domingo, 2 de junio de 2013

Corpus Christi C (02/06/2013)


La Palabra

Gn 14, 18-20  //  Sal 109  //  1 Cor 11, 23-26
Él los acogió y les hablaba del reinado de Dios y sanaba a los que lo necesitaban. Como caía la tarde, los Doce se acercaron a decirle: ---Despide a la gente para que vayan a los pueblos y campos de los alrededores y busquen hospedaje y comida; pues aquí estamos en despoblado. Les contestó: ---Dadles vosotros de comer. Replicaron: ---No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros a comprar comida para toda esa gente. Los varones eran unos cinco mil. Él dijo a los discípulos: ---Hacedlos recostar en grupos de cincuenta. Así lo hicieron y se recostaron todos. Entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, los bendijo, los partió y se los fue dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y quedaron satisfechos, y recogieron los trozos sobrantes en doce cestos.
Lc 9, 11b-17

A cada día su afán (Por José-Román Flecha Andrés)

Memoria de Juan XXIII ( Diario de León - 01/06/2013 )