Tu perdón nos lleva al abrazo del Padre
La Palabra
Is 43,18-19.21-22.24b-25 // Sal 40 // 2 Cor 1,18-22
Al cabo de unos días volvió a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa. Se reunieron tantos, que no quedaba sitio ni siquiera junto a la puerta. Y él les anunciaba la Palabra. Entonces, llegaron unos trayendo a un paralítico entre cuatro; y, como no lograban acercárselo por el gentío, levantaron el techo encima de donde estaba Jesús, y por el boquete que hicieron descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico: ---Hijo, tus pecados te son perdonados. Había allí sentados unos letrados que discurrían para sus adentros: ¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Pero, de inmediato, Jesús supo lo que pensaban, y les dijo: ---¿Por qué pensáis así en vuestro interior? ¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan sus pecados o decirle que cargue con su camilla y camine? Pero para que sepáis que este Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados --dijo al paralítico--: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Se levantó de inmediato, tomó su camilla y salió delante de todos. De modo que todos se asombraron y glorificaban a Dios diciendo: ---Nunca vimos cosa semejante.
(Mc 2,1-12)
El Comentario
Levántate…
Hoy nuevamente ponen a prueba a Jesús, y vuelven sobre lo mismo, si puede o no puede perdonar pecados. ¿Quién es este hombre para perdonar?
No deja de llamar la atención que Jesús se mezclara con aquellos pecadores de su época, aquellos eran los marginados de una sociedad a los que nadie podía acercarse, porque por el simple hecho de juntarse a ellos ya se convertía en pecador. Y Jesús, no sólo se acercaba, sino que también los perdonaba. Comprendía sus dificultades y sus problemas y ante esto su propuesta es: “Levántate”.
Es un grito contra la injusticia, una llamada a no tumbarse o sentarse y ver pasar la vida, porque haga lo que haga ya no tiene remedio. Pues claro que lo tiene. Levántate.
Haz, trabaja, lucha por ello, pon manos a la obra y verás como obtienes resultados.
Pero si te conformas con mantener la situación tal cual está, pues no conseguirás nada más que seguir lamentándote de todos tus males y desgracias sin obtener a cambio nada, o a lo sumo un poco de compasión.
Levántate. Ese grito nos debería de poner en marcha para afrontar la Cuaresma. Ha llegado el tiempo de ver lo que hemos trabajado y lo que nos queda por hacer. Piénsalo, y ponte manos a la obra. Pero si por el camino ves a alguien que no es capaz de ponerse a ello, ayúdale.
¿Qué Celebramos?
Esta semana celebramos el Miércoles de Ceniza. De acuerdo con el uso bíblico y litúrgico que se refleja en las mismas fórmulas actuales de imposición de ceniza: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” (Cfr. Mc 1, 15) o bien: “Acuérdate que polvo eres y al polvo has de volver” (Gén 3,19), convendría tener en cuenta los siguientes aspectos:
- La ceniza es símbolo de conversión; no se trata de hacer simples actos de mortificación, sino de lograr un cambio radical de la existencia humana, de la opción fundamental que da sentido a la vida, de las actitudes. Se trata de una conversión con su doble vertiente inseparable: vertical hacia Dios y horizontal hacia el prójimo.
- La ceniza es símbolo de nuestra fragilidad y limitación humana. Ser consciente de que un día moriremos, implica el querer aprovechar nuestra vida para llevar a cabo el plan de Dios, el saber descubrir la verdadera escala de valores en nuestra existencia, el comprometernos para crear un mundo más humano, más justo y más cristiano.
- La recepción de la ceniza es un acto personal y voluntario. Esto significa el movimiento personal de la conversión que se realiza bajo la gracia y la misericordia de Dios.
- La imposición de la ceniza es también un acto eclesial. Se recibe en una celebración comunitaria, junto con otros miembros de la Iglesia. Es también toda la Iglesia quien intensifica en este periodo su estado de conversión y purificación.