domingo, 23 de octubre de 2011

Domingo XXX Ordinario A (23/10/11)

Amarás a Dios y a tus hermanos
La Palabra
Ex 22,20-26 // Sal 17,2-4.47-51 // 1Tes 1,5c-10
Al enterarse los fariseos de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron alrededor de él; y uno de ellos, [doctor en la ley] le preguntó maliciosamente: ---Maestro, ¿cuál es el precepto más importante en la ley? Le respondió: ---Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. Éste es el precepto más importante; pero el segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo. Estos dos preceptos sustentan la ley entera y los profetas.
(Mt 22, 32-40)
La Reflexión
Amarás al prójimo como a ti mismo.
¿Cuántas veces lo hemos oído?, sin duda  un montón de ellas, pero, ¿cuántas veces lo hemos llevado a cabo? Seguramente, pocas.
Me explico, lo que se nos propone es amar al prójimo como a uno mismo, pero, ¿cuánto nos amamos?
En esta sociedad en la que vivimos, estamos siempre ocupados, siempre haciendo cosas,  siempre en movimiento, pero realmente, qué sentimos por nosotros, cuánto nos queremos, somos felices….
Estamos rodeados de posibilidades, de opciones por comprar, todo es posible, pero cómo somos nosotros.
Quizás si nos paramos a pensar nos daremos cuenta que vivimos rodeados de cosas, pero ¿nos sentimos amados realmente? ¿Quién me quiere?
Para poder entender lo que se nos pide es posible que necesitemos pararnos y descubrir cuales son esas cosas que nos sobran y si quitamos todo eso, qué nos queda. Solamente el amor, el amor desinteresado que nos ofrece el que nos ama como a él mismo, como lo que somos, no como uno más, sino como alguien muy especial, tanto como el que nos ama.
Sin duda el mejor ejemplo de ese amor desinteresado fue Jesús, que fue capaz de morir por sus amigos.
Y nosotros, ¿cómo amamos?, ¿cómo somos amados?, ¿simplemente cumplimos con la ley?
¿Qué Celebramos?

En celebraciones solemnes se utiliza el incensario para  incensar el Evangeliario. La interpretación más común ve en el incienso el reconocimiento de la divinidad de Jesús. El incienso se volatiliza y sube  al cielo y a la vez impregna todo el ambiente con su suave olor, elevándonos a Dios. Nos lleva la mente a navegar por ese mundo de entrega de Jesús al Padre por nosotros y de todas nuestras entregas unidas a la de Cristo.
Al incensar el leccionario tratamos de hacernos conscientes de la presencia de Jesús por medio de la palabra, de tal forma que podríamos decir que estamos incensando al propio Cristo hecho palabra por y para nosotros.
DOMUND
 El lema de la Jornada, “Así os envío yo”, debe sonar en nuestros oídos de una forma personal: el Señor nos envía, a nosotros y a nuestra comunidad cristiana, a ser en medio del mundo los testigos luminosos que, por el amor cristiano, den testimonio de Dios. Es un camino en el que existe la tentación de optar por lo fácil (abandonar la misión, caer en la rutina, no implicarse a fondo, etc.). Solo la llamada de Dios hace siempre nueva la misión, el escuchar el envío de sus labios. Jesús renueva su confianza cada día y cada día es nueva la llamada y el envío.
Un cristiano y una comunidad cristiana que viven así son misioneras, pues tienen el impulso del Espíritu para actualizar su amor y poder plasmarlo en palabras y hechos, como desea el Papa: “Que la Jornada Mundial de las Misiones reavive en cada uno el deseo y la alegría de «ir» al encuentro de la humanidad llevando a todos a Cristo”
Obras Misionales Pontificias