domingo, 24 de junio de 2012

La Natividad de San Juan Bautista (24/06/2012)

Nace Juan, una voz que grita desde las entrañas
La Palabra

Is 49, 1-6  //  Sal 138  //  Hch 13, 22-26
Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo del parto, dio a luz un hijo. Los vecinos y parientes, al enterarse de que el Señor la había tratado con tanta misericordia, se congratulaban con ella. Al octavo día fueron a circuncidarlo y lo llamaban como a su padre, Zacarías. Pero la madre intervino: ---No; se tiene que llamar Juan. Le decían que nadie en la parentela llevaba ese nombre. Preguntaron por señas al padre qué nombre quería darle. Pidió una tablilla y escribió: ---Su nombre es Juan. Todos se asombraron. Al punto se le soltó la boca y la lengua y se puso a hablar bendiciendo a Dios. Toda la vecindad quedó sobrecogida; lo sucedido se contó por toda la serranía de Judea [66] y los que lo oían reflexionaban diciéndose: ---¿Qué va a ser este niño? Porque la mano del Señor lo acompañaba. El niño crecía, se fortalecía espiritualmente y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó a Israel.
(Lc 1, 57-66.80)


domingo, 17 de junio de 2012

Domingo XI Ordinario (B) (17/06/2012)

Nos envía de dos en dos
La Palabra

Ez 17, 22-24  //  Sal 91  //  2Cor 5, 6-10
Les dijo: ---El reinado de Dios es como un hombre que sembró un campo: de noche se acuesta, de día se levanta, y la semilla germina y crece sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce fruto: primero el tallo, luego la espiga, y después el grano en la espiga. En cuanto el grano madura, mete la hoz, porque ha llegado la siega. Dijo también: ---¿Con qué compararemos el reinado de Dios? ¿Con qué parábola lo explicaremos? Con una semilla de mostaza: cuando se siembra en tierra es la más pequeña de las semillas; después de sembrada crece y se hace más alta que las demás hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar a su sombra. Con muchas parábolas semejantes les exponía la Palabra, conforme a lo que podían comprender. Sin parábolas no les exponía nada; pero aparte, a sus discípulos les explicaba todo.
(Mc 4, 26-34)
Tu mano fértil
Sin que sepas cómo,
en las llagas de tu mano endurecida de fatigas
y amarga de lágrimas
se haya sembrada una semilla de esperanza.
Miras y no puedes verla
porque miras sin fe,
con la impaciencia
de quien pretende ordenar al sol que amanezca
o a los cielos que asperjen la lluvia
con un hisopo de nubes indomables.
Confiar es la espera más inhóspita
porque supone mirar en la negrura de la noche,
andar sin horizonte amigo,
hablar sin escuchar las palabras engendradas,
dormir en un lecho del que arrancaron los sueños.
Pero para quien no se resigna a la tiranía del abrazo hipócrita
y no vende su alma por una corona de laurel marchito,
la espera es una nana que deviene en sinfonía,
un silencio que se torna voz de amigo,
una estrella que rasga la noche y nos enciende el alma.
Sin que sepas cómo,
las llagas de tu mano,
como surcos de victoria y alegría,
serán como un vientre que engendra los anhelos más hermosos;
y tras un tiempo de espera y letanías,
la justicia y la paz serán cosecha
con la que saciar para siempre
el hambre y la sed que amordaza nuestro aliento.

domingo, 10 de junio de 2012

El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (B)

Jesús, pan que se parte y se reparte
La Palabra

Ex 24,3-8  //  Sal 115  //  Heb 9,11-15
El primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, le dijeron los discípulos: ---¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua? Él envió a dos discípulos encargándoles: ---Id a la ciudad y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Seguidlo y donde entre, decid al amo de casa: Dice el Maestro que dónde está la sala en la que va a comer la cena de Pascua con sus discípulos. Él os mostrará un salón en el piso superior, preparado con divanes. Preparad allí la cena.  Salieron los discípulos, se dirigieron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. 
Mientras cenaban, tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: ---Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Les dijo: ---Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Os aseguro que no volveré a beber el fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios. Después cantaron los salmos y salieron hacia el monte de los Olivos.
(Mc 14, 12-16.22-26)

Tiempo de Actividad
Todavía nos encontramos en  la actividad del curso. Y digo tiempo de actividad, porque así tiene que ser.
Si te organizas bien, encuentras durante la semana tiempo para todo: para jugar, para ver alguna peli, para estar con los amigos, y, por  supuesto,  para estudiar.
Se suele decir que los últimos días son los que más valen. Sobre todo, las dos últimas semanas. Yo creo que con un esfuerzo final se puede salir brillantemente.
Cuenta la leyenda que un rey de la antigüedad, estando en su tienda desanimado por haber sufrido una gran derrota, se entretenía mirando a una hormiga que intentaba subir una y otra vez por la lona de su tienda.
Ya tenía la idea de rendirse frente al enemigo, pero al ver que, por fin, la hormiga  había conseguido subir,  pensó que también él debía hacer lo mismo,  sin dejarse llevar por el cansancio ni por el desaliento.
Cuenta la historia que esto le animó a reorganizar su ejército, a alentar a sus hombres más y mejor que nunca y, este antiguo rey, terminó por ganar la batalla que creía haber perdido.
Recordarás que a las hormigas siempre se les asocia ese valor de la constancia. Es curioso que, seres tan pequeños, nos dan hermosas lecciones sobre  el trabajo de cada día.
La verdad es que mucha gente ha aprendido la  lección y luego tiene éxito en la vida. Pues que nosotros también tengamos esa suerte.

domingo, 3 de junio de 2012

La Santísima Trinidad (B) (03/06/2012)

Yo estoy con vosotros todos los días...
La Palabra
Dt 4,32-34.39-40  //  Sal 32  //  Rom 8,14-17

Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló: ---Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
(Mt 28,16-20)