domingo, 28 de noviembre de 2010

Domingo I Adviento A (28/11/10)

Otro mundo es posible
La Palabra
Is 2,1-5 // Sal 121, 1-9 // Rom 13,11-14
La llegada del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé: en [aquellos] días anteriores al diluvio la gente comía y bebía y se casaban, hasta que Noé se metió en el arca. Y ellos no se enteraron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así será la llegada del Hijo del Hombre. Estarán dos hombres en un campo: a uno se lo llevarán, al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán, a la otra la dejarán. Así pues, velad, porque no sabéis el día que llegará vuestro Señor. Y sabéis que, si el amo de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, estaría velando para que su casa no fuese asaltada. Por tanto, estad preparados, porque este Hombre llegará cuando menos penséis.
(Mt. 24, 37-44)
La Reflexión
Ha comenzado un nuevo tiempo, en el que “otro mundo es posible”, ¿cómo es esto?
Ese es el misterio, para eso va a venir Jesús a este mundo, para hacernos cambiar nuestra forma de verlo, para decirnos que es posible, que las cosas no tienen que ser tan complicadas, para cambiar nuestros esquemas mentales, para…
Otro mundo es posible, pero para ello debemos prepara el camino, debemos estar atentos, vigilantes, debemos preparar el terreno, para cuando venga el sembrador encuentre el terreno abonado.
Durante estos días de adviento prepararemos el camino, y el terreno para cambiar el mundo. Y en ese cambio Jesús tendrá mucho que decirnos. Pero ¿estamos preparados?, nos hemos puesto manos a la obra, o ¿estamos esperando a que vengan a hacernos nuestro trabajo?. Debemos ponernos desde ya, ya que no sabemos cuando va a suceder el cambio, así que manos a la obra.
Qué Celebramos
El año litúrgico se inicia con el adviento, el tiempo que nos enseña a esperar lo que está más allá de lo que se ve. El adviento es un tiempo en el que se nos hace buscar a Dios en todos esos lugares que hasta ahora hemos pasado por alto o no nos hemos parado a buscar. Adviento es aprender a esperar Es un tiempo para diferenciar entre lo bueno, lo mejor y lo óptimo.
Es muy fácil pasar por la vida sin ver lo que esta nos aporta, todas sus riquezas, sus distintos aspectos, tragándonos la vida y olvidándonos incluso de sus tiempos. Y entonces no prestamos atención a las pequeñas demandas cotidiana de la compasión o la elección, la confianza o el esfuerzo. Si no aprendemos a esperar, podemos dar por supuesto que una cosa es realmente tan buena para nosotros como otra. Entonces olvidamos que la vida es algo más que esta vida. Olvidamos que también forma parte de la misma esa parte de nosotros que no vemos, que sentimos, que nos conecta con otra realidad, pero nuestras prisas y nuestras rutinas no nos dejan ver esa otra parte del mundo, que es desde el que Dios nos habla, ¿cómo podemos conseguir y tener oír la voz de Dios en los vientos de cambio que nos rodean si sólo podemos escuchar únicamente nuestra propia voz?.
La función del adviento es recordarnos lo que estamos esperando.
La 1ª vela del Adviento
Encendemos, Señor, esta luz,
como aquél que permanece en vela,
esperando para salir al encuentro del Señor que ya viene.
Muchas sombras nos envuelven.
En esta primera semana de Adviento,
queremos estar atentos y preparados
para acoger a tantos mensajeros
que nos traen la mejor de las noticias,
la noticia de que un mundo nuevo está naciendo
a pesar de todas las oscuridades de nuestro mundo,
la noticia de que Jesús sigue presente
en medio de nosotros.
¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!

domingo, 21 de noviembre de 2010

Jesucristo, Rey del Universo

Jesucristo es la clave del nuevo mundo.
La Palabra
2 Sam 5,1-3 // Sal 121 // Col 1,12-20
El pueblo estaba mirando y los jefes se burlaban de él diciendo: ---Ha salvado a otros, que se salve a sí mismo, si es el Mesías, el predilecto de Dios. También los soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre y le decían: ---Si eres el rey de los judíos, sálvate. Encima de él había una inscripción que decía: Éste es el rey de los judíos. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ---¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. Pero el otro lo reprendió diciendo: ---¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena? Lo nuestro es justo, recibimos la paga de nuestros delitos; éste, en cambio, no ha cometido ningún crimen. Y añadió: ---Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: ---Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
(Lc. 23, 35-43)
La Reflexión
Hoy llegamos al final del Año Litúrgico, y celebramos la festividad de “Jesucristo, Rey del Universo”.
Para nosotros, más bien nuestra formar de ver el mundo actual, y también para los primeros cristianos, resulta chocante que un crucificado, un proscrito, sea declarado “rey de los judíos” (así figuraba en el cartel que Pilatos puso sobre la cruz).
¿Cómo es posible que todo un rey acabe como un ladrón?. Esto debe hacernos pensar que nuestro punto de vista no es el mismo que el de Jesús.
Estas semanas de atrás hemos hecho balance de lo que hacemos y lo que dejamos de hacer para con los que nos rodean, sin falta de irnos a buscar a los más alejados, pero lo hemos visto con nuestros ojos, nuestra mentalidad.
Jesús nos está pidiendo que lo hagamos ahora desde la de Él. Y resulta toda una provocación cambiar el prisma con el que mirar la realidad.
Seremos capaces de cambiar, tanto como para perdonar, ayudar,… a aquellos que no solo nos lo piden, sino también aquellos a los que no queremos. Todo un reto.
Qué Celebramos
La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos.
En 1970 la fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor.
El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo. Con cada celebración, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo.
Pío XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos.
BUSCANDO A DIOS
Hace muchísimos años, y tal vez siglos, un hombre subió por una gran montaña buscando a Dios. Y, cuando estuvo en la cima, alzó los ojos al cielo y dijo:
- Señor, yo soy tu esclavo. Haré siempre lo que tú me mandes.
Pero Dios no respondió. Sólo contestó el silencio.
Al cabo de muchos años después, aquel hombre volvió a subir a la cima de la montaña buscando a Dios. Y, cuando estuvo arriba, levantó los ojos y los brazos al cielo y dijo:
- Creador mío. Tú me hiciste del barro de la tierra. Te debo todo lo que soy.
Y Dios tampoco respondió.
Al cabo de muchos años, subió otra vez a la cima de la montaña, y le dijo a Dios:
- Padre, yo soy tu amigo. Me amaste y me diste tu Reino como herencia.

Y Dios, otra vez, no respondió
Por último, al cabo de muchísimos años, aquel hombre volvió a la montaña y dijo a Dios:
- Tú eres, Dios, parte de mí, y yo soy parte de ti. Yo soy como tu raíz metida en la tierra y tú eres mi flor en el cielo. Crecemos juntos.
Entonces Dios se inclinó hacia aquel ser humano y le habló con dulzura. Y así como el mar recibe al río que corre a su encuentro, así Dios acogió a aquel hombre.
Y cuando bajó de la montaña, Dios estaba en todas partes y estaba con él.
Imagen de la Semana

domingo, 14 de noviembre de 2010

Domingo XXXIII Ordinario C (14/11/10)

El valor de la transcendencia
 La Palabra
 Mal 4,1-2a // Sal 97 // 2 Tes 3,7-12
A unos que ponderaban los hermosos sillares del templo y la belleza de su ornamentación les dijo: ---Llegará un día en que todo lo que contempláis lo derribarán sin dejar piedra sobre piedra. Le preguntaron: ---Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está para suceder? Respondió: ---¡Atención, no os dejéis engañar! Pues muchos se presentarán en mi nombre diciendo: Yo soy; ha llegado la hora. No vayáis tras ellos. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no tengáis pánico. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida. Entonces les dijo: ---Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino; habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, os llevarán a las sinagogas y las cárceles, os conducirán ante reyes y magistrados a causa de mi nombre, dándoos oportunidad de dar testimonio de mí. Haced resolución de no preparar la defensa; yo os daré una elocuencia y una prudencia que ningún adversario podrá resistir ni refutar. Hasta vuestros padres y hermanos, parientes y amigos os entregarán y darán muerte a algunos de vosotros; y todos os odiarán por mi nombre. Sin embargo no se perderá ni un pelo de vuestra cabeza. Con vuestra constancia ganaréis vuestras vidas.
(Lc. 21, 5-19) 
La Reflexión 
Se acerca el final del año litúrgico, y es hora de ver lo que hemos hecho, mirar y contemplar la obra.
Como vemos en el Evangelio de hoy, en el que los hombres se admiran de sus obras, así nosotros también veremos las obras de los demás.
No sólo debemos ver las obras como tales, sino también hemos de mirar las acciones que se han realizado, las cosas que hemos hecho, si fuimos diligentes en el trabajo, o con los compañeros, con aquellos que nos han pedido ayuda…
Debemos tener en cuenta que en nuestra tarea van a surgir voces discrepantes, gente a la que no le van a gustar nuestras obras, pero pese a todo, debemos seguir adelante. Ya que si la obra  es buena, el Señor nos ayudará para que sigamos con constancia para ganarnos una nueva vida aquí, una vida en la que todos seamos un poco más felices.
Que así sea. 
Qué Celebramos
Después de escuchar las 2 lecturas, leer el salmo y entonar el Aleluya, viene la lectura más importante, el Evangelio.
Evangelio significa “¡Buena Nueva! ¡Buen Mensaje!”. La lectura del Evangelio está tomada de uno de los 4 que forman parte del Nuevo Testamento y son, para nosotros los cristianos, los libros más importantes.
Dada la importancia de lo que se va a leer, nuestra actitud no será sentada, como en las lecturas precedentes, sino de pie, en una posición de atención, de estar listo, dispuesto a la marcha… se nos anuncia el Evangelio, para que nosotros luego lo llevemos a todos los lugares, para que difundamos el mensaje, para que hagamos partícipes a todos.
“Id por el mundo y predicad el evangelio”.


¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?



domingo, 7 de noviembre de 2010

Domingo XXXII Ordinario C (07/11/10)


El valor de la transcendencia

La Palabra
2 Mac 7,1-2-9-14 // Sal 16 // 2 Tes 2,15-3,5
 Se acercaron entonces unos saduceos, los que niegan la resurrección, y le preguntaron: ---Maestro, Moisés nos ordenó que si un hombre casado muere sin hijos, su hermano se case con la viuda, para dar descendencia al hermano difunto. Pues bien, eran siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos. Lo mismo el segundo y el tercero se casaron con ella; igual los siete, que murieron sin dejar hijos. Después murió la mujer. Cuando resuciten, ¿de quién será esposa la mujer? Porque los siete fueron maridos suyos. Jesús les respondió: ---Los que viven en este mundo toman marido o mujer. Pero los que sean dignos de la vida futura y de la resurrección de la muerte no tomarán marido ni mujer; porque ya no pueden morir y son como ángeles; y, habiendo resucitado, son hijos de Dios. Y que los muertos resucitan lo indica también Moisés, en lo de la zarza, cuando llama al Señor Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.
(Lc. 20, 27-38)
La Reflexión

Uf!!! Que difícil resulta explicar el Evangelio de hoy. En el se nos habla de leyes, de casarnos con la viuda del hermano, y de la falta de hijos. Pero por encima de todo habla de vida.
Nos habla de un Dios para el que todos estamos vivos, pero muy vivos. Y, ¿qué es lo más importante para un hombre o una mujer?, ¿el cumplimiento estricto de la Ley? No, lo más importante son sus hijos. Aquellos en los que depositar sus esperanzas, sus ilusiones, sus deseos, aquellos que hacen que tenga sentido la vida, los que le harán presente a lo largo de los años, incluso más allá de los suyos, los que harán que perdure uno mismo. Aunque estos nos salgan como ellos quieren, porque por algo son también hijos de Dios y por lo tanto libres.
Jesús nos quiere enseñar que el Padre se preocupa sobre todo por los que estamos aquí. Quiere que seamos felices, que disfrutemos, que… Pero a la vez, no quiere que pasemos por encima de los demás, que hagamos sufrir a los que nos rodean, que le compliquemos las cosas.
Dios quiere que aquí y ahora se realice el Amor.
Qué Celebramos 
Ya hemos llagado al Evangelio. Como veíamos la pasada semana, justo antes del Evangelio se proclama el ALEUYA!!! (Alabad con júbilo a Yavé).
El Aleluya se entona todo el año, especialmente en el tiempo pascual. Es un recuerdo de la Pascua a lo largo de todo el año, pero no se hace en cuaresma y adviento (ni el aleluya, ni el Gloria).
Otra curiosidad es la colocación del ambón, que en la actualidad ya no tiene el sentido que tenía antiguamente. Pues bien el ambón se coloca hacia el Norte, es decir, por lo general quedaría a nuestra izquierda, ya que este era un lugar frio, morada de la infidelidad pagana. Por lo que el Evangelio se proclama en dirección al mundo pagano para hacerles llegar el mismo.
En la actualidad ya no tiene este sentido, sino que es para concienciarnos de que la  Palabra es de todos, cristianos y paganos. Queremos que la Palabra llegue a todos.
EL ALMA Y LAS ESTRELLAS
 Carlos había oído a su abuelito contar aquella historia muchas veces:
- El alma de cada uno de nosotros es un bicho inquieto. Siempre está buscando estar alegre y ser más feliz. ¿Lo notas?: esas ganas de sonreír, de pasarlo bien y ser feliz, son la señal de que tu alma siempre está buscando. Pero, claro, como las almas no tienen patas, necesitan que les lleven de un sitio a otro para poder buscar, y por eso viven dentro de un cuerpo como el tuyo y como el mío.
- ¿Y nunca se escapan?- preguntaba siempre Carlos.
- ¡Claro que sí!- decía el abuelo- Las almas llevan muy poquito tiempo dentro del cuerpo cuando se dan cuenta de que el sitio en el que mejor se está es el Cielo. Así que desde que somos muy pequeños, nuestras almas sólo están pensando en ir al cielo y buscando la forma de llegar allí.
- ¿Y cómo van al cielo? ¿Volando?
- ¡Pues claro! - decía alegre el abuelito.- Por eso tienen que cambiar de transporte, y en cuanto ven una estrella que va al cielo, pegan un gran salto y dejan el cuerpo.
- ¿Y ya no se mueve más?
- No. Aquí decimos que se ha muerto y nos da pena. Pero ya te digo que son bichos muy inquietos, y por eso en cuanto encuentran su estrella se van sin preocuparse. Muchas almas tardan mucho tiempo en encontrarla pero otras encuentran su estrella mucho antes y nos dejan.
- ¿Y yo tengo alma? ¿Está buscando su estrella?
- Sí Carlitos. Tú eres tu alma. Y el día que encuentres tu estrella, te irás al cielo, a pasártelo genial con las almas de todos los que ya están allí mientras esperas a los demás.
Y entonces Carlitos dejaba tranquilo al abuelo y se iba alegre a buscar una estrellita cerca del río, porque en toda la pradera no había mejor sitio para esconderse. Por eso el día que el abuelo les dejó, Carlos lloró sólo un poquito. Le daba pena no volver a ver a su abuelo ni escuchar sus historias, pero se alegraba de que por fin el alma del abuelo hubiera tenido suerte, y hubiera encontrado su estrella después de tanto tiempo. Y sonreía al pensar que la encontró mientras paseaba junto al río, donde tantas y tantas veces había buscado él la suya...